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Pelaitas de ciencias o imaginarios para construir

En el imaginario social de los niños, que se nutre de la incesante y esencial construcción de la vida cotidiana, de una realidad con representaciones de cosas y sujetos que de alguna forma influyen en su vida, en su percepción del mundo, en cómo asume y piensa esa realidad, su relación con los otros, las emociones y sentimientos que forman sus valores, en ese imaginario también hay personajes, figuras, relatos socio históricos que proveen de significados y sentido el mundo de los niños.

Los imaginarios sociales configuran la realidad de manera individual y también colectiva. La idea de la realidad de un niño depende de la percepción de esa realidad. Es un reflejo del mundo que los niños perciben a través de las acciones de los adultos, muchas veces, y otras, de un mundo y una vida cotidiana llena de complejidades que los rodea. El imaginario infantil se forma de la construcción de la vida cotidiana. Sin buenos referentes en la cotidianidad, es muy posible que los niños tengan solo una idea negativa de la realidad.

Palabras tan aparentemente sencillas como país, justicia, bondad, verdad, amistad, amor, vida, hogar, trabajo y felicidad, en el imaginario infantil, son más complejas y por eso los niños, según los investigadores, relacionan la noción que tienen de las cosas con sus opuestos para darle sentido. La literatura infantil sirve de referente para que los niños tengan una idea de la pobreza y belleza del mundo.

Un libro ejemplar es Pelaitas de ciencias: 9 historias de nuestras pioneras. El libro se presentó recientemente y en una de esas incursiones que hago por la biblioteca coincidí con la presentación que acababa de terminar. Una de las coordinadoras del proyecto, Eugenia Rodríguez Blanco, amiga socióloga con la que he trabajado, me regaló el libro que hoy tengo el placer de comentar.

Es un libro especial que, en vísperas del Día Mundial del Libro Infantil y Juvenil que se celebra mañana 2 de abril, me honro en reseñar. Pelaitas de ciencias recoge la historia de nueve mujeres de la ciencia y la cultura que han contribuido de manera brillante a la nación. Las escritoras de este libro han sido Vannie Arrocha Morán, Lucy Chau Colley y Roxana Múñoz. Narran la vida de mujeres de gran prestigio en la historia de Panamá, cuyas vidas demuestran que los niños, todos, son sujeto de derecho y aunque tengan desventaja socioeconómica, con una buena educación, pueden ser grandes ciudadanos.

El libro, con coloridas ilustraciones de Isabella Peña y Sebastián Correal y diseño de Claudia Cordero, cuenta de forma prosaica, como pequeños cuentos para ir a la cama, la historia de Felicia Santizo Henríquez, Carmen Antony García, Carmen Damaris Chea Cedeño, Lidia G. Sogandares Rivera, Ligia Herrera Jurado, Miryam Venegas-Anaya, Noris Salazar Allen, Reina Torres de Araúz y Zoila Yadira Guerra de Castillo. Es una pequeña pasarela de ilustres mujeres de la ciencia con un relato ameno que permite que los niños tengan un referente sociocultural, histórico y científico de la realidad panameña.

Quiero citar dos fragmentos para que los lectores tengan una idea de la intención del libro. En La maestra con ritmo, el relato de Felicia Santizo Henríquez escrito por Lucy Chau, podemos leer: “¡Qué inquieta que es Felicia! -decía Florencia, su madre- porque donde sonaba un tambor, estaba la niña cantando y marcando el ritmo, cosa que a menudo pasaba en su pueblo natal, Portobelo, en las orillas del océano Atlántico en la provincia de Colón. Allí creció la niña Santizo, entre la tradición congo y los rituales del Cristo Negro de Portobelo, haciéndose experta en los juegos de los ángeles, los diablitos, pajarito y la Reina Congo”.

En La chiricana que quiso ser geógrafa, el relato escrito por Vannie Arrocha Morán que resume la vida de Ligia Herrera Jurado, leemos: “Hace años, muchos años, en Chiriquí vivía una niña llamada Ligia Herrera. Su cabeza estaba llena de preguntas, quería saber cómo de un tronquito germinaba una rosa o por qué el agua del mar era salada. Cada día tenía más y más preguntas. Su padre trataba de responder a sus inquietudes, pero no siempre tenía la respuesta; en esos casos, le hacía un chiste para hacerla reír. La niña acompañaba a su padre en las caminatas que hacía por el pueblo, pero lo que más disfrutaba era la ida al río, actividad a la que iba toda la familia”.

De esta forma, palabras y conceptos como pueblo, ancestro, derecho, trabajo, ciencia, país, salud, familia, naturaleza, escuela, historia, humanidad, geografía o naturaleza son una referencialidad social que alimenta y nutre el imaginario infantil y lo orienta a una idea consistente de la realidad para asociar la vida de estas heroínas con problemas reales de la vida como pobreza, olvido, enfermedad o muerte. Cosas que la ciencia o una buena lectura nos pueden explicar.

El autor es escritor


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