A medida que una persona va acumulando años llega al punto que empieza a quitárselos cuando le preguntan la edad. Tal vez, si aplicamos esto a los “años de república” de nuestro Panamá, podremos explicar por qué somos un país inmaduro en muchos aspectos (educación, seguridad, salud y otros).
Un tema en particular es la percepción y apreciación de la gran biodiversidad con la que compartimos territorio. Un caso reciente fue el “ataque del extraño animal a un niño de ocho años” en la provincia de Chiriquí. La noticia se conoció en diferentes medios y los residentes del lugar catalogaron al animal, como agresivo y peligroso. A raíz de este suceso, biólogos y conocedores del tema se pronunciaron para aclarar que el “extraño animal” era un mapache manglatero, un pariente del gato solo. Estos mamíferos-carnívoros pueden ser curiosos, pero no son agresivos. Los biólogos indicaron que este tipo mapache evita a las personas, y si parece extraño es porque no es común observarlo. Sin embargo, me llaman la atención las opiniones generadas en las redes sociales sobre la identificación del animal.
Si disfrutamos del privilegio de tener acceso a dos océanos y a una biodiversidad de plantas y animales, entonces no le encuentro lógica a esta falta de conocimiento. Se me ocurre pensar que esto ocurre por el desinterés de las personas y que, también, es culpa del sistema educativo que nos enseña de elefantes, osos polares, jirafas y otros animales que no habitan en Panamá.
Debido a la falta de visión al crear el sistema educativo, no se contemplaron las pautas necesarias para incluir información sobre la riqueza natural de Panamá, a pesar de que los estudios que describen nuestra biodiversidad se han hecho desde hace más de un siglo.
Lo cierto es que ni el gobierno actual ni los recientes le han prestado atención a este tema (ni a muchos otros). Algunas oenegés hacen muchísimos esfuerzos para estudiar la flora y fauna local y compartir esa información con la población, pero no reciben suficiente apoyo del Gobierno, y a poca gente le interesa.
Volviendo al tema del “ataque del extraño animal”, considero que su muerte se pudo evitar con una adecuada supervisión o el conocimiento básico sobre la fauna y flora local, impartido en las escuelas. Por este desconocimiento ya se ha dado muerte a jaguares, monos e inclusive a nuestra ave nacional, el águila harpía. Entonces, ¿qué más necesitamos que ocurra?
Desconocer del valor de las especies que habitan en Panamá y el mundo puede salir muy caro, porque cada una tiene una función en el ecosistema de los bosques. Imaginemos que los ecosistemas son como el arroz con pollo panameño. No importa la cantidad que usted cocine, necesita mantener el equilibrio en los ingredientes. El arroz es el principal, pero un poco de cebolla, pollo, vegetales mixtos y otros ingredientes son vitales para que quede bueno. De otra forma no sabrá ni se verá bien. Así podemos percibir la función de los árboles (arroz) y las demás las especies (el resto de los ingredientes) que viven en los bosques. Soy biólogo, pero no sabía de los animales ni plantas hasta que entré en la universidad. Ahora estudio a los mamíferos y cuando hablo de animales es común que me pregunten: “¿y esos bichos pa qué me sirven?”. Tengo dos respuestas: La primera, es que la variedad de animales y plantas atrae a muchos turistas, quienes quedan impresionados. Algunos de ellos vienen, posiblemente, porque leyeron sobre especies que solo viven aquí, que son 100% panameñas.
La segunda es que el Canal de Panamá, que produce una gran fuente económica para el país, depende de los árboles y los animales. Sin árboles no hay lluvias y, en su mayoría, los árboles dependen de los animales para su polinización y el transporte de sus semillas.