Las bibliotecas, como equipamientos culturales y organismos de base, son instituciones con un valor social importante que en nuestro país no ha sido ni estudiado ni comprendido por las autoridades locales. No han entendido ni se han preocupado por entender cómo las bibliotecas son vitales para la ciudadanía y cómo la inversión pública en ellas deviene en beneficios directos que impactan en la comunidad. La sostenibilidad en el tiempo de las bibliotecas depende en gran medida de las políticas públicas de cultura de los gobiernos.
La Ley N° 331 del 2022, que establece el marco jurídico para regular las bibliotecas públicas en la república de panamá, es un buen paso para hacerle justicia a las bibliotecas, pero ya sabemos que en este país las leyes y decretos nadie las respeta ni obedece y, precisamente por eso, las iniciativas no se sostienen y con el tiempo no pasa nada. Entre los muchos objetivos que menciona la ley se expresa claramente reformular el concepto tradicional de biblioteca pública mediante la ampliación y optimización de los servicios básicos brindados, así como la incorporación de un enfoque incluyente, intercultural y participativo en la prestación de estos; lo que significa inclusión y fortalecimiento de los derechos culturales para todos.
También se habla de garantizar el recurso humano, infraestructura, equipamiento y acervo bibliográfico necesarios para el adecuado funcionamiento de las bibliotecas públicas; esto significa que las bibliotecas deben contar con recurso humano con formación, porque no cualquier persona puede llamarse bibliotecario; además, la biblioteca necesita espacios con infraestructura adecuadas para sus usuarios y deben ser centros de innovación que permitan desarrollar la investigación y los aprendizajes con mayor facilidad.
La Ley también menciona, entre sus primeros objetivos, la democratización del uso y acceso a los espacios y servicios bibliotecarios, porque todas las personas sin ninguna distinción tienen derecho a la cultura de la información y a tener un espacio para compartir experiencias ciudadanas. Dice, puntualmente, que son lugares para promover el desarrollo de una sociedad lectora.
Las bibliotecas, entonces, entre muchos otros objetivos, dice la Ley, deben establecer los servicios que garanticen el reconocimiento de los derechos culturales a la población y promover la participación de las comunidades en la organización, funcionamiento y la gestión. Esto significa, entre otras cosas, que las bibliotecas son espacios de democratización de los derechos ciudadanos y que la misma comunidad organizada puede gestionar acciones sobre esos espacios porque son de ellos.
Por eso es una buena noticia que la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) haya lanzado un nuevo proyecto a favor de las bibliotecas que cumple con los objetivos arriba mencionados porque es una iniciativa que le da la oportunidad, tanto a bibliotecarios como a los ciudadanos, de gestionar acciones que promueven una vida cultural que conecta a la biblioteca con la comunidad, lo que brinda la posibilidad de trabajar por una sociedad lectora y consciente de sus derechos.
Me refiero a Bibliotech un proyecto que tiene como objetivo fortalecer las bibliotecas públicas a través de la innovación y que ofrece módulos de formación continua y actualizada al personal de la Red de Bibliotecas Públicas. El propósito del proyecto es fortalecer los planes y programas de promoción de la lectura, prestando especial atención a los nuevos entornos digitales. Uno de estos seminarios se ha titulado: “Biblioteca, cultura y sociedad: la mediación lectora como puente con la comunidad”.
Estuvimos en la Biblioteca Omar Torrijos de San Miguelito (la única biblioteca en el distrito más poblado del país) donde se presentó el programa por representantes de la OEI y con presencia del Ministerio de Cultura, además de los protagonistas que son las bibliotecarias y los ciudadanos del corregimiento. Fuimos testigos de la entrega de un hermoso acervo de libros y de equipamiento tecnológico que ayudará a construir ese puente necesario entre los libros y la tecnología (recordemos que los libros también son una forma de tecnología).
Bibliotech busca habilitar optimizar los espacios culturales y tecnológicos que ya existan en bibliotecas públicas para un fácil acceso para la promoción de lectura y actividades complementarias, las cuáles puedan ser dirigidas a estudiantes, padres de familia, personas con discapacidad, adultos mayores.
La Red de Bibliotecas Públicas de Panamá suma un poco más de 50 bibliotecas a nivel nacional. Algunas están en muy mal estado y sumergidas en el olvido por parte de las autoridades centrales y locales. Que estos espacios puedan garantizar el derecho a la información y otras gestiones relacionadas a la cultura, es muy difícil porque las condiciones de desigualdad en las que están son una brecha que va en contra de los derechos de los ciudadanos a la cultura y la recreación y, más allá, el derecho a la libertad.
Por eso aplaudimos este proyecto de la OEI y esperamos que las nuevas autoridades que vamos a elegir en mayo a nivel de presidencia, municipios, juntas comunales y diputados, reconozcan y destinen la inversión necesaria para que estos nobles espacios, con un gran valor social para la comunidad, sean sostenibles. Potenciar el rol de las bibliotecas públicas debe ser un compromiso y responsabilidad de una gobernabilidad genuina.
El autor es escritor.

