Toda sociedad crea sus propias normas para castigar la criminalidad. Desde la Ley del Talión (con su famoso “ojo por ojo, diente por diente”), que permitía la venganza, aunque la limitaba para impedir excesos; pasando por los romanos con su avanzado sistema jurídico, hasta llegar a la actualidad. Dichas “normas de la venganza” han evolucionado y alcanzado la forma más humana posible de castigo en nuestros tiempos: es lo que se conoce como el Derecho penal.
Si bien es cierto que han existido grandes juristas en materia penal (como los italianos Cesare Beccaria y Luigi Ferrajoli; los alemanes Paul Feuerbach y Franz von Liszt; los latinoamericanos Francisco Castillo y Raúl Zaffaroni), de entre todos ellos, Claus Roxin se destaca por haber sido el penalista más importante de nuestros tiempos.
Este jurista alemán ha sido una piedra fundamental en la creación de un Derecho penal moderno, democrático y liberal, el cual permite perseguir el delito con la mayor certeza posible, pero al mismo tiempo respetando las garantías de los ciudadanos; es decir, un Derecho penal más justo y humano. No solo se dedicó a la producción académica con grandes obras en materia de Derecho Penal General, sino que también fue un maestro comprometido con el proceso de formación jurídico-penal de sus miles de estudiantes, principalmente alemanes, pero también de todo el mundo (muchos de ellos latinoamericanos). No en vano recibe el nombre de praeceptor mundi (maestro del mundo).
Según Google Scholar (2023), el jurista alemán ha sido citado más de 20 000 veces por distintos académicos de todo el mundo, convirtiéndose así en el referente más importante de la teoría penal en toda Hispanoamérica. Esto se debe a que sus ideas revolucionaron el pensamiento jurídico, ya que aportó las herramientas jurídicas para perseguir los crímenes perpetrados durante los doce años de oscuridad nazi. Para él, los altos jerarcas no debían ser considerados como meros instigadores, sino como autores mediatos, debido a que eran ellos quienes controlaban todo desde la cúspide del aparato organizado de poder. Esa idea, aunque aceptada hoy en día, fue controvertida en su momento.
Pero sus obras seguirán teniendo un efecto en el Derecho penal, ya que están siendo actualizadas, ampliadas y mejoradas por quien él mismo designó como su principal discípulo, el profesor Luis Greco, de la Universidad de Humboldt en Berlín, Alemania, quien, dicho sea de paso, es hijo del continente latinoamericano. Las ideas de Roxin seguirán siendo reproducidas por las presentes y futuras generaciones de juristas y académicos, porque estas representan la más noble aspiración de defender los derechos de todos los ciudadanos frente a los posibles abusos del Estado. Para esto, el jurista alemán creó un sistema que es lógico y coherente internamente, pero también acorde con principios de justicia universales. ¡He ahí su extraordinario aporte!
El autor es profesor de Derecho Penal de la Universidad de Panamá.