Presidente Mulino: la CSS requiere una nueva ley cabal, no legitimar la actual



Estimado presidente, como amigo de su familia y ciudadano comprometido con una democracia real, ejerzo mi derecho a ser escuchado. Después de más de 50 años de experiencia positiva en la CSS, le escribo para contribuir en el cumplimiento de su responsabilidad social sostenible: reformar y salvar a una CSS que hoy está enferma de manera terminal, al borde del colapso, y sin un diagnóstico situacional que permita un tratamiento efectivo.

La CSS es una deuda histórica ignorada por administraciones sucesivas. La entidad, con un presupuesto de 7 mil millones de dólares para 2025 y 42 mil plazas de trabajo, presenta un “costo-beneficio” desfavorable y una efectividad negativa en una escala de 1 a 10. Este estado es producto de una maquilla constante por gobiernos anteriores que desconocen o ignoran la gravedad de su enfermedad, exacerbada por el secuestro de la CSS por parte de la partidocracia y el poder político-económico empresarial, verdaderos promotores de la mafia que la maneja.

Sin un diagnóstico situacional idóneo, actualizado e independiente, no se podrá evitar el colapso inminente de la CSS, ni cumplir con su misión y visión. Esto impide ajustes pertinentes y dificulta alcanzar la eficiencia, efectividad y eficacia cabales.

La realidad de la CSS es compleja, con más de 10 años de secuestro y manipulación por una mafia política enquistada. Esta situación ha transformado la CSS en un botín de campaña de 7 mil millones y 42 mil posiciones, sin que se mida adecuadamente su eficacia, la cual se estima en un bajo 70%.

Atención en salud: Deficiente, deshumanizada, maquillada e inflada. Lamentablemente, el personal carece de empatía o mística de servicio debido al entorno crítico y corrupto que los mantiene desmotivados y confundidos. No existe en ellos un deseo genuino de atender con resolución o dar el esfuerzo extra que se requiere.

Muchos ciudadanos que tenían esperanza en su gobierno han visto con tristeza que la situación continúa igual que en la gestión del presidente Cortizo, a 120 días de iniciada su administración. La Asamblea y ciertos políticos dirigen al país, y como bien señala el ministro Chapman, predominan las excusas egocéntricas. Presidente, los resultados de las mesas no deben significar una legitimación de esta realidad disfrazada. Necesitamos conocer la verdad, sin suposiciones o simples opiniones.

Propongo lo siguiente:

  • Diagnóstico situacional: Es imprescindible. No se trata de buscar culpables, sino de encontrar soluciones, desatando los nudos gordianos que mantienen a la CSS inmovilizada.

  • Adecuar reglamentos, normas y protocolos: Esto debe hacerse con la ayuda de una comisión auditora idónea, independiente y apolítica que realice un diagnóstico situacional conducido por tres médicos independientes. Este proceso debería durar entre tres y seis meses, permitiendo conocer la realidad de la CSS y alcanzar una atención eficiente, de calidad y con calidez humana, aspectos que hoy no existen.

  • Gobernanza institucional, cultura de meritocracia y rendición de cuentas:A. Para las posiciones clave se debe exigir probidad, meritocracia, experiencia y competencia actual.B. Promover un renacer que fortalezca la empatía y el sentido de pertenencia en los cinco actores clave: gobierno, funcionarios, proveedores, usuarios y medios.

De acuerdo con el artículo 109 de la Constitución, el gobierno nacional tiene la responsabilidad de garantizar atención integral y universal a los ciudadanos. Sin embargo, de los 42 hospitales públicos, menos del 5% funcionan de forma aceptable. Esto requiere mantenimiento y supervisión constantes, así como capacitación regular.

La atención diaria en la CSS es desfavorable, maquillada y exagerada, pero además se enfrenta a la falta de medicamentos, demoras en citas, cirugías y exámenes.

Presidente Mulino, ni Superman ni Batman podrían vencer la desgobernanza que existe actualmente en la CSS. Esta es una responsabilidad suya, y es su deber cumplir con ella por el bienestar sostenible de Panamá.

El autor es médico retirado de la CSS


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