Además de un cuerpo físico que requiere seguridad, sustento, educación y trabajo, estamos dotados de una cualidad sutil e invisible, sensibilidad, y es la que realmente nos capacita y da el derecho a ser los protagonistas en este maravilloso planeta.
En el ser humano, la sensibilidad es el manantial del amor, de la justicia, de la ilusión, de la esperanza, de la fe, de la creación. Es lo que nos eleva por encima de nuestra biología animal. Nos abre los ojos a la bondad y la belleza, despertando y conmoviendo al espíritu humano. El alimento del espíritu –además de las creencias y la fe–, se encuentra en las diversas manifestaciones del talento y el arte, una esfera que brega arduamente por desarrollarse en Panamá.
¿Dónde están los mecenas que necesita y merece nuestra nación? En países desarrollados, los mecenas surgen entre los magnates, no solo porque tienen grandes fortunas, sino porque su propia sensibilidad está plenamente desarrollada. Saben que visitar un museo de ciencias es la oportunidad de ver los vestigios dejados por millones de años del proceso de la evolución, o vislumbrar la grandeza que alcanzaron civilizaciones ya extintas; de regocijar las pupilas con el vibrante arcoíris de colores y de formas en las salas de galerías y museos.
En Panamá, hay grandes fortunas. Personas de talento y laboriosidad que cumplieron sus metas y que, sin embargo, aunque cuando viajan visitan museos, salas de teatro y conciertos, sabiendo que así aumentan la riqueza del espíritu, no reconocen la responsabilidad de propiciar esas mismas oportunidades a sus compatriotas a través del mecenazgo.
¿Qué falta para despertar el deseo de fertilizar el refinamiento espiritual y estético que nos hará un pueblo más culto, mejor, más humano? Quizás, que el Gobierno ofrezca incentivos especiales para donaciones destinadas al arte; y además, saber que al vincular sus nombres a una sala de museo, a un concurso de pintura o escultura, a un concierto internacional, estarán legando a su posteridad gran orgullo y honor.
Ya es hora, mecenas del espíritu en potencia. ¡Avanti! Panamá los necesita.