Regístrate para recibir los titulares de La Prensa en tu correo


Exclusivo Suscriptores

‘¡Qué diablos la salud, es la economía, estúpido!’

Hace rato, la población norteamericana está rabiosa contra su sistema de salud. A pesar de ser un país rico, sus números y estadísticas en salud no son los mejores. La posibilidad de que un niño en los EEUU alcance los 20 años de edad, ha caído como no ocurría en los últimos 100 años, hay un 70% mayor de posibilidades de que un niño muera en ese país que en otros países ricos, y la expectativa de vida en algunos estados, Mississippi, es similar a la de Bangladesh. La violencia con armas de fuego, las balaceras en las escuelas, la crisis del opio y el fentanilo cuentan para esos números, pero también un sistema de salud discriminante.

No en pocas regiones del mundo, hay pacientes que mueren prematuramente porque no tienen acceso a los servicios de salud, cuyos sistemas limitan sus posibilidades de aliviarlos, curarlos y permitirles sobrevivir. Aunque sorprenda, esto no es monopolio de los países pobres, aún en países ricos se dan muertes que producen rabia. Y, esta semana pasada, en EEUU esa rabia cundió en las redes como desagravio por los enfermos que mueren porque se les niegan las coberturas de gastos, que las aseguradoras de salud les prometieron un día.

Hay pacientes que mueren de suicidio porque no tienen acceso a seguros por enfermedad mental, que se niegan por razón del estigma social. Otros mueren abandonados en las calles por trastornos de uso de alcohol y drogas, que nunca han recibido tratamiento apropiado ni seguimiento oportuno. Hay pacientes cuyo manejo de su diabetes resulta en una amputación evitable; el pobre manejo de la asfixia al nacer y la prematuridad, resultan en retardo mental, parálisis cerebral y una interminable agonía para los padres.

El denominador común que se utilizó para poner la administración del cuidado de la medicina en las manos de empresas ajenas a la educación y formación en medicina y salud fue la preocupación por “los altos costos de la medicina”. La persona y el cuidado de la persona no aparecieron en la ecuación. No olvidemos que, para no pocos economistas, solo se sale de entuertos económicos “desautorizando a la figura médica del sistema de decisiones públicas”. Y, sí, la industria médica ha encarecido los costos, como respuesta a las demandas médicas, y los elevados costos de nuevas tecnologías utilizadas que, además, protegen al médico y al paciente, de diagnósticos no sospechados, tardíos o errados, porque en medicina se exige certeza con información incompleta.

Pero, no son los costos, es la administración del cuidado médico por “contadores de frijoles”. Las quejas al sistema de salud norteamericano son insuperables. Se atiende la enfermedad, pero no la presunción de enfermedad ni la persona. Se aprueba o desaprueba el proceso de la investigación diagnóstica, particularmente cuando se hacen necesarios más exámenes adicionales, se confronta y desecha la medicina basada en evidencia, medicinas y suministros requieren de la aprobación por alguien que no es el responsable del manejo del paciente y que opta por lo subóptimo, medicinas y suministros más baratos y menos eficaces, como ocurre en los salones de operaciones donde no se aprueba el uso de la sutura puntual, del antibiótico indicado o del instrumento o el implante de probada calidad, con lo que se ponen en riesgo no solo la salud de su cliente sino también el nombre y prestigio del médico del paciente.

No es infrecuente la pregunta del enfermo al médico que lo atiende: “¿Mi aseguradora pagará mi hospitalización?”, como somos testigos muchos y Helen Ouyang, médico de Urgencias y profesora asociada de Medicina, de Columbia University. Y, como ella aclara, el paciente desconoce que, porque ella ser parte del sistema hospitalario de atención y cuidado, ella no tiene nada que ver con esas decisiones empresariales.

Las compañías aseguradoras de enfermedad para el cuidado médico, que son las administradoras de tal cuidado, no solo deciden qué condición médica es aprobada para una visita a Urgencias o para una hospitalización. “Nada que genera mucha pasión”, como ha dicho alguien, nada que genera buenos sentimientos. Mientras tanto, el médico responsable del cuidado ante el paciente, la familia, el juez y el jurado de conciencia, tiene que ingeniarse para mantener al paciente cómodo y atendido en el cuarto de urgencias o en la sala de cuidado médico o quirúrgico, recibiendo atención de calidad, no de caridad, y cálida, no hirviendo.

Al final, la institución y los médicos tienen que esperar los reembolsos de los gastos que la compañía aseguradora decida cubrir y en tiempos sin urgencia para ella. Los insultos, la agresión física y verbal se apuntan al personal administrativo, de enfermería y médico. Mientras todo esto ocurre, la atención médica tiene que continuar, no se detiene. El encuentro con la urgencia médica se convierte en desencuentro, que pone en riesgo la seguridad de las personas y la salud del enfermo. Y, cuando la aseguradora rechaza los costos, no solo lo hace honrando la verdad de sus propósitos e intereses como aseguradora -que nunca revela con integridad al cliente- sino que señala al médico como el responsable: “su médico no colabora con nosotros”, “el código utilizado para el procedimiento es el incorrecto”, “ese diagnóstico no existe”, “falta el sello profesional en la orden de exámenes, no basta con su membrete impreso con toda esa información”, con lo cual se va creando desconfianza en el médico.

El reciente asesinato planificado y frío de Brian Robert Thompson, alto ejecutivo de quizás la mayor y más importante compañía de seguros de salud de los EEUU, United Healthcare, el 4 de diciembre en las calles de New York, cuando se dirigía a participar de un congreso sobre seguros de salud, ha producido comentarios de todo tipo y ha traído al tapete la discusión sobre el comportamiento con sus clientes de las aseguradoras de salud en ese país, a pesar de que no se conozca el motivo de su asesinato, aunque lo sugieren las palabras inscritas en los casquillos de las balas: “delay”, “deny” y “depose”: demorar, denegar y deponer, aparentemente el proceso frecuente de esta compañía para no pagar gastos médicos de sus clientes. A pocos les importa si fue a manos de un sicario “prior authorization”, que no lo fue, o de un indigente, que no lo fue. En las redes hay un predominio de opiniones no contra el asesinato sino contra las compañías aseguradoras de salud, y una celebración sin temores ni vergüenza.

Se leen entre sus líneas la rabia, la ira, la impotencia, los deseos de venganza y hasta el agradecimiento no oculto, por el hecho: “Ojalá que no lo encuentren”, escribía alguno con respecto al asesino, “quien conozca su paradero no lo revele”, decía otro. No pocos se alegraron del asesinato. Otro ha escrito, “no es correcto que haya ocurrido un asesinato y el asesino debe ser castigado, pero, “¿cuándo se castigará a las compañías aseguradoras de salud, que tantas muertes producen a diario cuando niegan cubrir los gastos de la atención del enfermo?”.

Lo cierto es que el interés comercial de las aseguradoras de salud, su lugar entre el paciente y el médico, y su arbitrario posicionamiento como quien dirige el cuidado y atención que debe ofrecer el profesional de la medicina, ha minado la frágil confianza del paciente en el médico y ha dañado la relación de ese binomio, con lo que también se deteriora la posibilidad de un resultado favorable para la salud del enfermo que consulta.

La opinión y seguro consenso de quienes pagamos primas puntualmente para afrontar los gastos y costos “rascacielos” de la industria de la medicina actual y recuperar nuestra salud física y mental, sin drenar ahorros y propiedades en cuestión de segundos, no es de satisfacción, particularmente cuando las primas se ajustan a criterio de las aseguradoras, cuando el costo de la vida solo aumenta para ellas, cuando los deducibles son francamente ridículos, los co-pagos afectan el bolsillo de las mayorías, o, cuando la veleidad la patrocina el músculo de la industria y la anemia de las leyes nacionales protectoras.

Es una tarea pendiente del Colegio Médico de Panamá, normar esta relación con la industria de los seguros de salud y frente a la justicia social y la propiedad de la ley. La atención del paciente nos corresponde a los médicos, formados 7, 12, 14 o más años para servir. No somos los médicos los que hacemos onerosos los gastos hospitalarios ni las desagradables sorpresas de las cuentas, son las relaciones entre la industria de los seguros de salud y los sistemas hospitalarios junto a sus servicios de laboratorios, radiología, tecnologías de punta para estudios y tratamientos especiales, así como los vulgares costos de insumos y medicinas.

El autor es médico.


La Prensa forma parte de

The Trust Project


COMENTARIOS


Última Hora

  • 15:42 El FMI eleva del 25% al 40% el riesgo de recesión en Estados Unidos por la guerra arancelaria Leer más
  • 15:42 Centro regional de innovación de vacunas en Panamá abrirá con directora interina Leer más
  • 15:11 El Puerto de Róterdam alerta de ‘inestabilidad’ por aranceles de Estados Unidos y guerras Leer más
  • 14:37 Sin Mbappé y sin margen de error: el Madrid se juega LaLiga en el Coliseum Leer más
  • 14:12 Cancillería colombiana no ha recibido notificación oficial sobre retiro de visa a Petro, pese a declaraciones del mandatario Leer más
  • 13:39 Presidente Mulino recorre nueva tienda del IMA en San Miguelito y evita hablar de renuncia del vicecanciller Leer más
  • 12:47 Pateando la mesa: ¿A dónde se fueron los promotores deportivos? Leer más
  • 12:18 El funeral del papa Francisco será el sábado 26 de abril en la plaza de San Pedro Leer más
  • 11:49 La Universidad de Harvard demanda al gobierno de Trump por los recortes en su financiación federal Leer más
  • 11:38 Cuidar la Tierra Leer más

LAS MÁS LEÍDAS

  • Guerra comercial entre Estados Unidos y China añade presión al ya limitado tránsito de GNL por el Canal. Leer más
  • Fiscalía Anticorrupción investiga al director de Migración por presuntas irregularidades en permisos de armas. Leer más
  • Petrolero ruso con bandera panameña es confiscado y trasladado a fondeadero por Alemania. Leer más
  • Francisco, el segundo papa que visitó Panamá. Leer más
  • Ifarhu reanuda este lunes 21 de abril el pago del PASE-U: estos son los lugares. Leer más
  • DHL Express suspende temporalmente las entregas de paquetes con compras superiores a $800 a consumidores en Estados Unidos. Leer más
  • Descubren construcción privada en zona protegida del Volcán Barú. Leer más

Recomendados para ti


DESTACADOS

  • 12:47 Pateando la mesa: ¿A dónde se fueron los promotores deportivos? Leer más
  • 11:38 Cuidar la Tierra Leer más
  • 05:05 Tal Cual Leer más
  • 05:04 Informe de minoría: de herramienta histórica a intento de amnistía para Martinelli y Varela Leer más
  • 05:03 Hoy por hoy: Francisco y la Iglesia Leer más