Como padres, todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Nos preocupamos por su crecimiento, desarrollo y bienestar, pero a menudo pasamos por alto un detalle crucial: ¿qué contienen realmente los alimentos y productos que les damos?
La reciente decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) de prohibir el uso del colorante Rojo No. 3 en alimentos, medicamentos y suplementos nos recuerda lo esencial que es leer las etiquetas y estar informados sobre lo que consumen nuestros pequeños.
El Rojo No. 3, también conocido como eritrosina, es un colorante artificial utilizado para dar un tono vibrante a caramelos, cerezas marrasquino, pasteles y algunos medicamentos. Aunque su prohibición en Estados Unidos es reciente, este colorante ya había sido regulado o prohibido en países como Japón y Australia hace años, debido a estudios que lo vinculan con el desarrollo de cáncer en animales. En la Unión Europea, su uso también está restringido en la mayoría de los productos alimenticios.
La decisión de la FDA responde a un esfuerzo por proteger la salud pública, pero hay un detalle importante que debemos considerar: las empresas tienen hasta enero de 2028 para eliminar el Rojo No. 3 de sus productos. Esto significa que, durante los próximos años, este colorante seguirá presente en alimentos y medicamentos que consumen nuestros hijos.
Mientras las regulaciones se implementan gradualmente, como padres tenemos una tarea urgente: leer los ingredientes de los productos que les damos. Muchas veces confiamos en marcas reconocidas o en etiquetas que prometen ser “saludables”, pero una mirada más cercana puede revelar ingredientes cuestionables.
Es importante entender que no todo lo que “se come, alimenta”. Muchos productos ultraprocesados están diseñados para ser atractivos y sabrosos, pero tienen poco o ningún valor nutricional. Por el contrario, su consumo frecuente puede tener impactos negativos a largo plazo, como obesidad, problemas metabólicos y enfermedades crónicas en la edad adulta. Estos productos, que a menudo contienen colorantes artificiales, conservantes y azúcares añadidos, deben ser eliminados de la dieta infantil.
¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos?
Lee las etiquetas: Antes de comprar cualquier alimento o medicamento, revisa los ingredientes. Si encuentras nombres difíciles de pronunciar o aditivos cuestionables, busca alternativas más saludables.
Prefiere alimentos naturales: Opta por frutas, vegetales, proteínas magras y alimentos integrales que no necesiten aditivos para ser deliciosos y nutritivos.
Evita los ultraprocesados: Suelen tener una larga lista de ingredientes y colorantes artificiales. Reemplázalos con opciones caseras o mínimamente procesadas.
Educa a tus hijos: Enséñales desde pequeños a identificar alimentos saludables y a comprender por qué es importante elegir opciones que nutran su cuerpo.
Sé un consumidor informado: Mantente al tanto de las regulaciones y cambios en la industria alimentaria, y exige transparencia a las marcas.
El caso del Rojo No. 3 es solo un ejemplo de cómo ciertos ingredientes permanecen en nuestros alimentos mucho tiempo después de que se ha demostrado que pueden ser dañinos. No podemos depender únicamente de las regulaciones gubernamentales; como padres, debemos ser los principales guardianes de la salud de nuestros hijos.
Nuestra tarea no termina al leer una etiqueta o rechazar un producto ultraprocesado. También es necesario exigir a las empresas alimenticias y farmacéuticas mayor responsabilidad y transparencia. Nuestros hijos merecen alimentos que nutran su cuerpo y promuevan su desarrollo, no productos que comprometan su salud.
Recordemos que cada elección que hacemos en el supermercado o en la farmacia tiene un impacto en el bienestar de nuestros pequeños. Juntos, podemos construir una generación más sana y consciente.
La autora es médico pediatra, mamá y promotora del bienestar infantil.