Tenemos una potencial crisis diplomática por el “asunto” del Canal. El gobierno norteamericano se mueve con notoria velocidad: visita a Panamá –la primera que hará en misión oficial– del secretario de Estado, Marco Rubio, el 31 de enero; audiencia en el Senado sobre el Canal el martes y la presentación en el Senado de una resolución que conmina a Panamá a cortar palitos con Panama Ports Company, concesionaria de los puertos de Balboa y Cristóbal, en los extremos del Canal, sin contar el continuo asedio mediático sobre el tema del Canal.
Y mientras el gobierno de Trump se mueve veloz y coordinadamente, pregunto ¿qué vamos a hacer? Nuestro Presidente está en Europa, viaje en el que saludará al Papa hoy y en el que no faltará la consabida foto para la posteridad: “I was here”. Rubio se reunirá, no obstante, con el Presidente, quien podría regalarle uno de esos rosarios bendecidos por Bergoglio himself. Ignoro si el canciller Javier Martínez Acha estará en la reunión del próximo viernes, pero los diputados de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea lo han citado. Quizá también quieran saber qué hacer. En contraste, en el Senado de EU no solo saben qué hacer, sino que ya lo están haciendo.
No me extraña que los diputados quieran saber qué hacer, porque cuando uno mira quienes están en esa comisión, es para llorar: el más veterano es Benicio Robinson, quien tiene serias dificultades para unir cuatro palabras, incluido su nombre. El otro veterano es Nelson Jackson, que no se diferencia de los eruditos “embajadores” que desfilaron por la Asamblea buscando aprobación. Si los nuevos diputados necesitan apoyo, es mejor que busquen consejos lejos de allí.
Otra comisión que podría aportar es la de Asuntos del Canal, pero no creo que sea de ayuda. Allí está, por ejemplo, el diputado Jamis Acosta, interesado más en cómo fastidiar a periodistas y medios que en tratar de cumplir sus extravagantes promesas de campaña: impulsar la construcción de una carretera de circunvalación en David y un centro de control de tránsito para desplazamientos más rápidos, gracias al uso de más “de cien cámaras”. ¿Cómo es que eso no se le ocurrió a los desarrolladores de Waze? Y bueno, don Arquesio Arias, el inocente diputado de Guna Yala, es otro que figura entre los comisionados.
Si el canciller decide responder a los diputados, es mejor que le pregunten sobre negocios y finanzas, su área de experticia. Pero en su rol de canciller, ¡qué va!. Sus esfuerzos “diplomáticos” por callar al bribón de la Embajada de Nicaragua fueron un rotundo, notable y absoluto fracaso. Decirle no a Marco Rubio exigirá veinte veces más valor que acabar con el gobierno paralelo que ha montado Martinelli en la Alameda. Si no pudo con Daniel Ortega, ¿podrá con Rubio? A Nicaragua le pidió el “favor” de no convertir su embajada en foco de reuniones políticas. ¿Y ahora qué hará? ¿Pedirle el favor a Rubio de respetar nuestra soberanía? Dudo que funcione ok la diplomacia del favor.
En fin, estamos a años luz de tener a la gente correcta en los puestos correctos. No hay negociadores de alto perfil en el Gobierno ni en nuestro pusilánime servicio exterior. Tengo que decir a favor de Torrijos que fue sagaz al rodearse de gente pensante para recuperar el Canal. Tenía la voluntad, un plan y la gente para concretarlo. Ahora no tenemos ni plan ni gente ni ganas, ni siquiera a alguien trabajando en una estrategia. Ojalá alcancen los rosarios que traerá el Presidente, porque, como van las cosas, será más fácil lograr un milagro que nos respondan: ¿qué haremos?


