¿Quién teme a un político?



Después del famoso video vestidos de blanco, celebrando la reelección y tomando guaro caro, uno de sus protagonistas, el musculado colonense (supuesto agresor en su momento de la ex indignadísima vicepresidenta del circo y ahora princesa), ha amenazado diciendo que al que hable de él le va a meter denuncias civiles y penales para ver “si van a aguantar subir y bajar escaleras”.

Este tipo de amenazas, que además comprometen la independencia del Poder Judicial y desgastan el sistema con pendejadas, son la manifestación más elocuente del nivel moral e intelectual de nuestros políticos. Son de una bajeza tan grande que avergüenzan, pero tranquilos, a ellos ni Dios les da miedo, así son de valientes.

Temen a los políticos los bien pagados de exministros que ahora son embajadores, o los que quieren viajar y no critican para que no los dejen por fuera; temen los que esperan su bolsa de comida, o su salve anual, o los que esperan por fin el nombramiento o la publicación de su libro a cuenta de ser de los callaítos y entusiastas; temen a los políticos los que quieren un pedacito del pastel a costa de su silencio ante las corruptelas.

Lo peor de un sistema como el nuestro, lleno de rofiones, maleantes de blanco, oculta facturas y ex mandatarios que se vacunan antes que los demás, es tener un electorado patriotero y sin criterio, deseando votarles otra vez con tal de que le den su salve o la posibilidad de ser botella.

“El sueño de la razón produce monstruos”, y el silencio los alimenta. Que el señor Bolota quiera ponernos a subir y bajar escaleras es una amenaza, como poco, absurda: nadie debe callar a nadie. Los hechos hablan más alto que lo que decimos, y eso debe ser todo lo que necesitamos para decir lo que pensamos. Una conciencia tranquila no amenaza, deja que hablen los hechos, pero, a veces, lo que hacemos dice exactamente quiénes somos.

El autor es escritor

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