Panamá, con su canal, sus paisajes hermosos y su gente trabajadora, enfrenta hoy un recordatorio preocupante de los retos pendientes en salud pública. Un brote de leptospirosis en el Instituto Profesional y Técnico de Capira ha dejado cuatro estudiantes enfermos, uno de ellos hospitalizado, y ha obligado a suspender las clases. En el plantel se identificaron más de 90 madrigueras de ratas. No es una exageración. Noventa.
La leptospirosis no es una enfermedad menor. Es una infección bacteriana que se transmite por contacto con agua o suelo contaminado con orina de animales infectados, en especial ratas. Puede provocar fiebre, dolor de cabeza, vómitos, dolor abdominal, diarrea y, en casos graves, afectar el hígado o los riñones. La aparición de estos síntomas debe ser motivo suficiente para buscar atención médica inmediata. La detección temprana puede marcar una gran diferencia.
Más allá del brote en sí, lo que realmente preocupa es lo que revela: fallas graves en higiene, saneamiento y vigilancia sanitaria. La presencia de una plaga de roedores en un centro educativo no debería ocurrir. Las condiciones básicas de salubridad no pueden seguir siendo postergadas ni tomadas a la ligera.
Y sí, sabemos que hay limitaciones presupuestarias, pero también sabemos que muchas veces lo que falta es voluntad para priorizar lo importante. Mantener limpias las escuelas, garantizar el acceso a agua potable, eliminar focos de basura y controlar plagas son tareas que no requieren tecnología de punta, sino compromiso y coordinación.
Las medidas reactivas, como cerrar el plantel, colocar veneno o hacer monitoreo epidemiológico, son necesarias, pero no suficientes. Debemos aspirar a algo más que apagar incendios. La salud de nuestros niños exige prevención, vigilancia continua y entornos escolares seguros.
A las familias, es fundamental recordar que, si un niño o niña presenta fiebre, dolores musculares, vómitos o diarrea, especialmente si ha estado en contacto con agua estancada o barro, debe acudir al centro de salud más cercano. La leptospirosis se trata con antibióticos.
Este evento, más allá de causar indignación, debe ser una lección urgente para todos. Es inaceptable que, en pleno 2025, nuestros niños tengan que estudiar rodeados de condiciones que ponen en riesgo su salud. No es justo para ellos, sus familias ni para sus maestros. Tampoco es justo que la comunidad educativa solo reciba atención cuando ocurre una emergencia.
La autora es pediadra.

