Redes sociales, trampa juvenil



Quiero aprovechar la ocasión para invitar a mis lectores a dialogar sobre el mensaje relativo a los efectos nocivos que pueden acarrear las redes sociales sobre el carácter y estructura emocional de nuestros jóvenes. El 23 de mayo del 2023, el Cirujano General de los Estados Unidos, Dr. Vivek Murthy, emitió un comunicado de alerta sobre el tema de la salud mental y los medios sociales en la juventud. En dicha nota de salud pública, el Dr. Murthy advierte sobre serios riesgos de salud mental, a corto y a largo plazo, asociados al uso de las redes sociales en la adolescencia. Y ahora, a un año de la circulación de dicho escrito, el Dr. Murthy, autoridad máxima del servicio de salud pública de los Estados Unidos, retoma la palabra a este respecto en su artículo publicado este año en The New York Times el día 17 de junio.

Los avances tecnológicos del siglo 21 nos han llevado a cambios sin precedentes en la sociedad. Nos comunicamos instantáneamente, podemos intercambiar documentos y hacer acuerdos formales a través de nuestros “teléfonos inteligentes” aparte de poder manejar nuestra banca personal y pagos de utilidades con un solo clic en las populares aplicaciones o “apps” tan comunes para cada entidad individual o empresarial. Además, podemos ser guiados detalladamente por carro o a pie, al dirigirnos a localidades que nunca hemos visitado con el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés) un “sistema de radionavegación, basado en el espacio, que proporciona servicios fiables de posicionamiento, navegación, y cronometría gratuita e ininterrumpidamente a usuarios civiles en todo el mundo” según su sitio web.

Sin embargo, la tecnología no siempre está exenta de peligros a nuestra integridad o a nuestra privacidad. Y el alcance de estos riesgos no es tangible ni entendible, si no nos detenemos a analizar como esas redes tienden al aislamiento emocional e intelectual de nuestra juventud. En esa etapa de su desarrollo, aún no tienen un nivel de madurez personal con elementos estables de discernimiento.

Nuestros adolescentes son vulnerables a caer en periodos largos e hipnotizantes de uso casi continuo de las redes del ciberespacio. Los invito a ponderar algunos datos interesantes provenientes del organismo de salud pública principal de los Estados Unidos. Se calcula que hasta un 95% de jóvenes entre las edades de 13 a 17 años reportan uso de las plataformas de redes sociales, y más de un tercio informan que las usan “constantemente”.

Investigadores del Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta, de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, Maryland publicaron datos recientes en la revista académica de la Asociación Médica Americana (JAMA Psychiatry). En un estudio longitudinal y amplio de más de seis mil jóvenes (6,595 en total) entre 12 y 15 años, se determinó que el uso de las redes por más de tres horas por día casi dobla el riesgo de mermar la salud mental incluyendo el riesgo de estados de depresión y ansiedad.

El desarrollo del cerebro joven juega un papel central en su vulnerabilidad a daños psicológicos sobre todo en la segunda década de la vida. Es en ese periodo cuando aumentan los comportamientos de rebeldía, las fluctuaciones afectivas aumentan, y cuando inicialmente aparecen casos de depresión clínica. Este periodo, es cuando típicamente se forma la personalidad y se desarrolla la autoestima, la cual se hace vulnerable a presiones sociales y la temible presión de grupo o el “peer pressure.” La naturaleza interactiva de las redes puede influir en la inteligencia emocional del cerebro joven. Incluso en el reporte del Dr. Murthy se indica que el uso de las redes ya está correlacionado con cambios puntuales en el cerebro en sus áreas de desarrollo emocional y control de impulsos.

En esencia, el continuo progreso de la informática y medios digitales nos compromete a ejercer un monitoreo responsable de nuestra juventud, por parte de los padres, madres o adultos encargados. Nuestros avances a la par de la tecnología no deben sustituir los cuidados formativos del elemento más importante de la sociedad, nuestros jóvenes.

La autora es médica pediatra e investigadora.


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