Luego de la última manifestación del poder ciudadano que fue la efectivísima Cruzada Civilista, hemos venido escuchando múltiples quejas de ciudadanos individuales de que los panameños estamos como anestesiados o dormidos, que no reaccionamos frente a los abusos –combinados con burlas– de los políticos en el poder, que cuando convocamos a la calle los que aparecen son cuatro gatos y un largo etcétera.
Yo, que no he perdido nunca el optimismo a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario, siempre pensé y escribí que el poder ciudadano sí existe y que en su momento de repente responderá a una convocatoria y se hará presente para exigir –incluso en la calle – respuestas.
La crisis que sufrimos fundamentalmente por el disgusto generalizado ante la corrupción abusiva por parte de elementos de los tres órganos del gobierno, tuvo como detonante los altos costos de la gasolina, medicinas y canasta básica. La protesta se tornó violenta con los tranques en la vía Interamericana, afectando toda la producción del país.
Se tomaron la legítima protesta los movimientos de izquierda radical, al lograr una “mesa única” en la que el gobierno se arrodilló y bajó el costo de la gasolina. Por supuesto que el subsidio para lograrlo es pagado por otra vía por el mismo pueblo. También aceptó una larga lista de control de precios que atendió la emergencia, pero que no ha funcionado en ningun país, excepto en tiempos de guerra y solo temporalmente. En los medicamentos (un robo criminal al pueblo) dijeron otra mentira: que “abrirían el mercado”. Al limitarlo a los medicamentos registrados, conservaron el oligopolio y, al limitar la apertura a dueños de farmacia, el resultado fue igual.
O sea: el gobierno siente que calmó los ánimos, cosa que ya se comprueba que no es así.
La izquierda radical (que representa menos del 1% de los votos) sintió que dominaba el cuadro, cosa cierta, pero ese mismo hecho, considerado un peligro por la gran mayoría de la población, logró su despertar y el 100% del sector productivo, agrícola y comercial pequeño y medio del país se unió a ésta Gran Alianza Nacional por Panamá.
La presidenta de la Cámara de Comercio de Chepo y ahora también presidenta de la Federación Nacional de Cámaras o Fedecámaras (casi todas pequeñas), la señora Alicia Jiménez, además profesora universitaria de economía, hizo una convocatoria desde Santiago de Veraguas y, para su enorme sorpresa y la de todo el país, respondieron más de 150 organizaciones de micro, pequeños y medios productores, cooperativas, los clubes cívicos, padres de familia, bases comunitarias, asociaciones, empresas de servicio turístico y de salud, farmacias e instituciones educativas de todo el país. Así nació la Gran Alianza Nacional por Panamá.
El pasado martes 23 de agosto fue la primera reunión –una conferencia de prensa – en Santiago. Allí se sintió que ya están las bases del renacimiento del poder ciudadano desde el corazón del territorio, dirigido por los productores pequeños de todo el Panamá profundo (algo que es todavía una ventana mayor que lo de la antigua Cruzada Civilista).
Esta es una gran noticia, una gran esperanza. Ahora –con la base fraguada por la vía de la más amplia participación comunitaria– hay que ir construyendo bloque a bloque ese poder ciudadano que será el que exija las rectificaciones y cambios de actitud y conducta de los gobernantes de hoy y, sobre todo, de mañana.
Con la fuerza del poder ciudadano, se lograrán los cambios que garanticen el futuro de nuestra libertad y nuestra democracia más inclusiva y justa.
Habremos entonces hecho de una crisis grave, una oportunidad de progreso, asegurando un gran futuro para todos.
El autor es presidente fundador del diario La Prensa

