Tras las arduas lecciones que el fenómeno de El Niño del 2023-2024 nos dejó, el año pasado entramos con esperanza en la temporada de lluvias que restablecerían el ansiado equilibrio hídrico. Sin embargo, en la primera semana de octubre de 2024, el Canal de Panamá se enfrentó a una realidad que no podemos ignorar: la dependencia de un clima cada vez más impredecible.
Octubre, uno de los meses más lluviosos del año, inició con un déficit de precipitación. Para el día 9, las lluvias caían a cuentagotas y el nivel del embalse no subía. Lo poco que entraba se usaba inmediatamente para mantener las operaciones.
Entonces, las condiciones climáticas dieron un giro inesperado. El 15 de octubre, en un solo día, la precipitación superó la de las dos semanas anteriores. Los aguaceros de ese día hicieron que octubre de 2024 superara el promedio histórico de lluvias para ese mes. Aun así, el trimestre completo (octubre, noviembre y diciembre) cerró con un 22 % menos de aportes hídricos en comparación con el promedio histórico. La temporada seca inició oficialmente el 7 de enero de 2025.
A pesar de esta alarmante situación, los equipos de hidrometeorología, esclusas y generación eléctrica del Canal actuaron con eficacia para optimizar la disponibilidad de agua. La estrategia se centró en dos cosas: la regulación de los embalses Gatún y Alhajuela para reducir el riesgo de inundación y el uso de parte de los aportes hídricos del último trimestre de 2024 para renovar el agua de fondo, afectada por las medidas de ahorro del fenómeno de El Niño 2023-2024.
Gracias a esta gestión proactiva, el Canal no solo optimizó sus recursos hídricos, sino que también fortaleció su resiliencia operativa frente a las variaciones climáticas extremas. Esta respuesta rápida del personal ante la crisis demostró la experiencia y dedicación que han sido clave en momentos decisivos, pero responder de manera reactiva no es suficiente.
Este episodio climático demuestra que el Canal de Panamá no puede seguir dependiendo de patrones irregulares en la distribución de los aportes hídricos. La pregunta no es si el clima cambiará, sino si estaremos listos para adaptarnos. Con base en los datos observados y analizados por más de cien años, urge implementar soluciones sostenibles a largo plazo para asegurar la disponibilidad de agua necesaria para el desarrollo y bienestar de Panamá.