En 1998, la Reunión Mundial sobre Asma celebrada en Barcelona proclamó el primer día mundial de esta enfermedad. Hoy, la actividad es respaldada por la Global Initiative for Asthma (GINA), que reúne a profesionales médicos para establecer guías en el tratamiento, que buscan mantener al paciente controlado, sin la necesidad de utilizar medicamentos de rescate, disminuyendo las crisis, sobre todo las nocturnas.
El asma es un padecimiento multifactorial. Parte del éxito en su terapia radica en el mismo paciente. Sin embargo, la mayor población de asmáticos son niños y jóvenes, por lo que son sus padres o tutores los que finalmente deben conocer qué es, cómo se evita y cómo se trata el asma.
El control del asma depende de variables tan diversas como cambios de temperatura, contaminantes ambientales y situaciones de estrés, que pueden desencadenar un episodio de crisis que comprometa la vida del paciente si no es tratado. Por esto, el acrónimo STOP resume las claves para detener o controlar el asma:
•Síntomas (que hay que valorar).
•Testar la respuesta que se obtiene con la medicación y medidas ambientales.
•Observar y evaluar al paciente de forma continuada.
•Proceder a ajustar el tratamiento y las medidas de control ambiental.
Este juego de palabras destaca el control del ambiente y, en especial, la calidad del aire que respiramos. Nuestro país no tiene legislación o reglamentaciones claras para disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) o controles de calidad del aire que respiramos. Además, enfrentamos la quema de herbazales o los múltiples embotellamientos de tráfico, en que los automóviles liberan al ambiente efluvios que no son precisamente de ozono (O3).
¿Qué podemos hacer quienes residimos en áreas densamente pobladas o con una mayor contaminación del aire? Lo primero es procurar actividades al aire libre; disminuir el uso de aerosoles y contaminantes ambientales; colaborar con la sociedad en general para evitar las quemas; reciclar y reducir los desechos que generamos; disminuir en lo posible el uso de automóviles, utilizando el transporte público; hacer ejercicio en horas o zonas de menor flujo vehicular para evitar respirar aire contaminado, y nadar. Para esto último, debemos proponer, como sociedad civil, que las piscinas municipales sean techadas, para evitar la exposición a radiaciones solares. Deporte, alimentación sana y aire limpio son claves para que respirar no sea más una dificultad.
La autora es farmacóloga y miembro fundador de Ciencia en Panamá.