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Roberto Luzcando: el tripulante de la sombra

Roberto Luzcando nació en la ciudad de Panamá el 29 de abril de 1939 y falleció el 16 de noviembre de 2022, a los 83 años. Fue poeta, narrador y ensayista. Obtuvo la licenciatura en filosofía, letras y educación por la Universidad de Panamá. Se desempeñó como docente de lengua y literatura española desde 1986 en la Universidad de Panamá y la Universidad Santa María la Antigua; asimismo, laboró en colegios oficiales y particulares del país.

Bregó en el Ministerio de Educación (Meduca) como oficial de relaciones públicas y luego director del mismo departamento. Fue programador de planes de lengua y literatura y evaluador de textos para el Meduca. Fue el último editor de la Revista Nacional de Cultura del antiguo Instituto Nacional de Cultura, publicación que lamentablemente desapareció. Su trinchera final fue la Universidad Especializada de las Américas, donde trabajó como corrector de estilo.

Artista de la palabra de múltiples competencias, su obra mereció el máximo galardón de las letras panameñas en cuatro ocasiones: el premio Ricardo Miró con El poeta y su sangre (mención de honor, 1958); El nuevo movimiento poético de Panamá (segundo puesto, 1959); Tristán Solarte, representación panameña en la novela y la poesía (primer lugar, 1960); Para ir con el viento (primer lugar, 1968), y Los poemas del alfabeto (premio único, 1989).

Otros laureles nacionales, no menos importantes, son el premio literario del Club de Leones en 1958, el premio León A. Soto en 1981 con su obra Palabras bajo la hierba, y el premio Revista Lotería con el libro Doble elegía, en el año 1986. A nivel internacional, destacó con el premio Pablo Neruda, en Guayaquil, Ecuador, con su libro Persecución de palabra (1983). En Sevilla, España, ganó el premio Vicente Aleixandre con Sonetos son (1991). Otros libros de poesía del poeta son: Hazaña de la flor (1962), El tripulante de la sombra (1966), Los colores de la bandera (1985) y Sonetos a la madre (poesía, 1957).

La poesía de Luzcando era fresca, llena de fervor patriótico; algunas veces amorosa y social, con un gran ardor humanista, lúdica y reluciente, muchas veces alegórica. Los poemas del alfabeto, por ejemplo, es un juego con las palabras donde el poeta hace un tributo al alfabeto. Para un docente que tenga el deseo de acercar el sortilegio de la poesía a sus estudiantes, este libro es el indicado. Sonetos son, que se publicó en 1991 en una modesta edición de la Colección Letrabierta del Inac (que desgraciadamente, también desapareció), reúne varios sonetos del poeta de varios cuadernos que fueron premiados. La lectura de estos sonetos permite comprobar que Roberto Luzcando fue uno de los mejores sonetistas de Panamá al lado de Demetrio Fábrega, Stella Sierra, José Franco, César Young Núñez, Matilde Real de González y Porfirio Salazar.

Luzcando, como todo intelectual responsable con su tiempo, dedicó parte de su pensamiento a la reflexión y dejó ensayos como Altura de Machu Picchu, onirismo y realidad en Pablo Neruda, ensayo (1965), Alberto Eistein (1965) y Tristán Solarte, representación panameña en la novela y la poesía (1960), trabajos que dejan ver las preocupaciones culturales, sociales y estéticas de Luzcando. En el ensayo El nuevo movimiento poético de Panamá, que el poeta escribe cuando apenas era un universitario, se divide en dos partes que estudian la problemática de la literatura y el arte contemporáneo; la segunda, es un estudio de la poesía de los jóvenes de su generación que constituyeron un movimiento poético.

Luzcando también escribió cuentos. En su libro Relatos sobre dipsómanos, orates y otras gentes raras (1977), el escritor nos va a regalar una docena de cuentos perturbadores e inquietantes con una temática que profundiza en la psicología del ser panameño. Estos cuentos fueron publicados originalmente en periódicos del país (algo que también se ha perdido en los medios actuales de nuestro Panamá) como La Estrella, Matutino y Panamá América.

Los cuentos de Luzcando transitan entre lo rural y lo urbano, dejando matices de lo nacional bañado de humor negro, refutación de la colonización y la presencia militar extranjera, lo absurdo e irracional, una violencia desaforada y cruda que nos desnuda como sociedad, sin hipocresía y falsa moral religiosa, con un lenguaje agudo y mordiente. Recientemente, Rafael Ruiloba Caparroso ha descrito los cuentos de Luzcando como “una metáfora de la dualidad maligna oculta en nuestra conciencia como el absurdo de la racionalidad”, y nuestro nunca olvidado Ricardo Segura J. dijo de estos cuentos: “Un hilo de violencia recorre la trama de los cuentos de Luzcando, generado por espacios de carencias, traumas y vicios humanos; tales factores le imprimen una textura dramática y disfórica al libro…”

El aporte de Luzcando a la cultura literaria de Panamá es una copa de vino terrible y hermosa que embriaga nuestro espíritu y nos prueba que hay vínculos desde la cultura que nos unen y contradicen; comprueba que la literatura es la forma de transmisión cultural que muestra la humanidad de la sociedad con más detalle y trata de armonizar a las colectividades pese a las profundas negaciones en la sociedad. Luzcando fue el tripulante de la sombra que desde su propuesta estética dejó luz y conciencia nacional.

El autor es escritor.


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