Llegó el gran día. Después de casi dos meses de campaña electoral en la que vimos muchísimas cosas, ocurrió la histórica elección del 5 de mayo.
Pudieron ejercer por primera vez el derecho al voto, miles de jóvenes, quienes al igual que yo, desean hacer de Panamá un mejor país . Hemos visto de primera mano muchas carencias, empezando por la educación. Nos apena que un tema tan relevante, al ser el eje central del progreso y transformación de cualquier nación, ha sido relegado a un segundo plano en importancia por la administración actual y las anteriores.
Algunas frases que he escuchado muchas veces desde que puedo recordar son: “a los jóvenes no les interesa la política”, “ellos no saben lo que quieren en verdad” o peor, “ellos no sabrán tomar decisiones”. Asocian a la juventud con apatía, indiferencia y dejadez. Es una verdad a medias. Una juventud más interesada, comprometida y apasionada, deseosa de tomar acción por el futuro de la nación, se hace presente.
Las elecciones 2019 se caracterizaron por el abundante acceso a fidedigna información sobre las propuestas de cada candidato, a través de debates, conversatorios, redes sociales, entrevistas, decálogos y promesas de los candidatos. Cuando acudimos a las urnas y pusimos un gancho en un voto, nos hicimos parte de una consulta ciudadana. Dimos a quien obtuviera la mayoría de los votos la autoridad y la confianza para que tome decisiones que pueden ser bendiciones o grandes dolores de cabeza al país. No fueron decisiones para tomar a la ligera.
Se hace evidente que nuestro papel ciudadano no prescribió el 5 de mayo. Mas bien, inicia . Ahora nuestra meta es otra: fiscalizar la gestión gubernamental. Es nuestro deber ciudadano supervisar la gestión gubernamental y vigilar que el candidato electo cumpla sus propuestas de campaña.
Como ciudadanos, no podemos ser meros observadores de lo que sucede y vivir quejándonos, de manera ininterrumpida, a través de las redes sociales. Debemos ser los constructores del cambio y levantar nuestra voz .
La buena ciudadanía inicia con gestos simbólicos: no lanzar basura a la calle, tratar siempre como quisiéramos ser tratados, no ser cómplices activos o pasivos de actos de corrupción. Es imperativo que nos formemos para crecer en participación ciudadana, con capacidad de argumentación sólida, ante una injusticia o ser voluntario en una oenegé que luche por una causa que nos inspire.
El 5 de mayo se empezó a escribir una historia inédita en nuestra vida republicana. El voto fue un termómetro del grado de satisfacción de los panameños ante el desempeño de las autoridades. Todos tenemos una responsabilidad con Panamá; lo decidimos nosotros, por lo tanto, tomemos una buena decisión. ¿Qué es más importante, el beneficio personal, o el verdadero avance?
Panamá no va a cambiar de la noche a la mañana, o por decreto ejecutivo de algún presidente. El cambio empieza en nosotros. Los problemas de los que somos testigos día a día son poco probables que cambien sin un pueblo dispuesto a actuar para que esa realidad sea diferente. Nosotros somos ese pueblo. Estoy convencido de que si nos comprometemos a hacer un mejor Panamá desde ahora, en unos años podremos mirar atrás y sentirnos orgullosos al dejarle a la próxima generación un país que crece, lleno de esperanza, oportunidades y un mejor futuro para todos.
El autor es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.