Este gobierno acumula –como un récord Guinness– los peores funcionarios que yo recuerde: el peor alcalde, el peor contralor, los peores diputados –individual y colectivamente–, el peor vicepresidente de la República, el peor ministro de Economía, el peor fiscal electoral, el peor director del Ifarhu, el peor ministro de Obras Públicas (este corre fuera de apuestas, pues nadie le ganaría ni proponiéndoselo) y ni hablar de la peor dirigencia del PRD.
Esta lista es corta, pues este es el peor gobierno de la historia reciente. Y es obvio que para ser lo peor se tiene que ser el peor líder y el peor equipo de gobierno. La gestión de Laurentino Cortizo tiene algunas cosas buenas, pero son mínimas. No pasará a la historia como un buen presidente –pues no basta ser una buena persona– ya que, en su obcecación, ha permitido que lo peor de su partido y de su gobierno haya tomado las riendas de su administración y lo haya reemplazado, empezando con el títere de la Asamblea Nacional sentado a su lado y al que le pican las manos y los bolsillos para ser presidente.
Esta caterva de bribones actúa a sus anchas porque también tenemos la peor oposición política de la historia. Sin importar qué tan malo sea lo que esté pasando, la oposición guarda silencio, a la espera de su turno para ocupar la Presidencia y obtener el poder, la plata y la impunidad que viene con el cargo. Todos buscan ocupar la Presidencia, cuando está demostrado que el poder hoy día está en manos de la “honorable” mafia legislativa.
Pero, incluso sabiéndolo, la oposición no busca cómo sacar a esos sinvergüenzas que desde la Asamblea saquean al Estado, sino que los ven como potenciales aliados, que pasarán temporalmente a sus filas gracias a que la mayoría de los diputados tiene precio. La Asamblea es el supermercado donde se puede obtener aliados –o cómplices– a cambio de un par de millones. La oposición subestima la corrupción o, sencillamente, siempre ha sido parte de ella, como poco a poco nos damos cuenta ante su innegable condescendencia.
Y como están las cosas, los partidos de gobierno, de oposición o neutrales o como quieran llamarse, han renunciado a representar los intereses del electorado. Hoy solo se representan a sí mismos. Tanto así, que por ahí leí que en el PRD su dirigencia busca la forma de que los diputados existentes sean eximidos de participar en las elecciones primarias y que reciban automáticamente la candidatura, negándole la oportunidad al propio PRD de renovar sus cuadros políticos.
Me pregunto si lo próximo que veremos será que los que ganen la diputación dos veces seguidas sean, desde ese momento, candidatos automáticos per saecula saeculorum. Y es que los partidos políticos no buscan adherentes para desarrollar un plan a fin de mejorar el país y la calidad de vida de sus habitantes. Buscan a tontos útiles que, a cambio de un jamón o un contratito de trabajo, les permita a ellos mantenerse robando a manos llenas, como lo hacen ahora. Y usted, señor presidente, por ahora no debe preocuparse por la forma en que será recordado. Pasará un buen tiempo sin que aparezca en la historia como uno de los peores presidentes de Panamá, porque así de ausente está usted.