Esta semana, el designado corrupto sacó un tema de carnaval, algo sobre ser gurú. Alguien me comentó que el tema es malísimo. Lo escuché una vez y me atrajo tanto como un pedazo de carne podrida. Supongo que buscará que sea el tema que suene en carnaval, para que los desprevenidos salten al son de “yo soy el gurú”, pero creo que si pega es con otra palabra, como la que ya le repiten en una canción parodia, que creo es más apropiada para describir la pestilencia que él despide a millas de distancia.
Y, aunque se supone que estamos en veda electoral, la cancioncita del designado corrupto suena a que “voten por mí”, pero idearon la forma de ser y no ser al mismo tiempo. En realidad, la iniciativa musical-electoral carece de importancia legal, pues el fiscal electoral ha “elevado” sus labores a obligaciones más prosaicas, en vez de perseguir a palomitas inocentes e inofensivas que lo único que hacen es cantar para nuestro disfrute.
Por cierto, no creo que sea el único que hará fiesta de la veda electoral. Ya veremos a muchos haciendo propaganda, porque no hay respeto. El respeto se gana y el fiscal electoral ha hecho todo a su alcance para que irrespeten su autoridad. Además del ministro de Obras Públicas, a nadie más se le paga tan bien por hacer nada, aunque el ministro Sabonge tuvo la genial idea de limpiar cunetas y emparchar la Panamericana un día antes del éxodo de carnaval, causando tranques interminables. ¡Bravo, ministro! ¡Puede ser más idiota, pero no más incompetente! Y si fuera gurú, sería de la ineptitud.
Otro gurú es Ferrufino. Condenado por enriquecimiento injustificado, pregona en redes una inocencia que no ha podido probar en dos instancias judiciales. “Mi único pecado desde mi gestión como ministro fue dejar en evidencia a las élites políticas que se repartían el poder cada 5 años demostrando que en Panamá sí había recursos para que el Pueblo tuviera mejor calidad de vida…” (sic), dijo en un tuit. Pero el que mejoró como nunca su estilo de vida siendo ministro fue él: casas y millones en bancos. En palabras del corrupto designado: “entró limpio y salió millonario”.
Ferrufino debe creer que los panameños somos tan idiotas como él. Tanto, que en algún momento de su vida pasada aspiró a ser presidente de la República. ¿Qué habría sido de este país teniendo al gurú de la idiotez en la silla presidencial? La verdad es que esa pregunta queda respondida con los inútiles que nos gobiernan: empezando con el gurú de la ausencia (le aclaro a Ferrufino que no estoy hablando de él, sino de Nito, ya que los que leen esta columna no necesitan esta explicación).
Y, para terminar, quiero pedir disculpas, pues no he podido mencionar a otros gurús, aunque estoy seguro de que cada lector tiene su propia lista, que invito a divulgar. Después de todo, hoy empiezan las fiestas de Momo, dios del sarcasmo y la ironía; dios de poetas y escritores. Si nos tenemos que aguantar la indeseable presencia de los políticos en el carnaval, que ellos aguanten nuestras críticas tan estoicamente como nosotros sus desaciertos y mentiras.

