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Sábado picante

Sábado picante
Yanibel Ábrego busca ser la abanderada presidencial de CD, con miras a las elecciones de 2024.

Le llegó la hora cero a Yanibel Ábrego, su mentor Ricardo Martinelli y el futuro del país. Mañana, esta diputada de Cambio Democrático (CD) se juega su futuro político: ha puesto toda la carne en el asador, esperando ser elegida por CD como abanderada presidencial en la contienda de mayo de 2024. Si pierde, no podrá ser candidata a nada, ni siquiera en otro partido –como RM– porque el Código Electoral lo prohíbe, salvo que sus amiguitos en la Asamblea lo modifiquen momentáneamente para permitirle correr en el partido de su preferencia, que obviamente sería RM, si es que el dueño decide darle un chance si pierde mañana.

Yanibel es controversial; sobre todo, es fiel a sí misma. Sus escrúpulos fueron extirpados, al igual que su conciencia. Esas cosas sobran en la política sucia. Ella llegó a la Asamblea Nacional en 2009 como diputada independiente, pero poco después saltó a CD, atraída por el poder del que hacía gala Ricardo Martinelli. Esa fue su primera traición: a los electores que le dieron su voto con la esperanza de que no fuera igual a los candidatos tradicionales. Eso le importó un comino. Saltar a CD le abrió las puertas para hacer negocios, tener acceso directo a la Anati para afianzar sus aspiraciones de convertirse en terrateniente y, de paso, recibir más de $9 millones de las partidas circuitales de Martinelli.

En 2018, cuando Martinelli estaba en la cárcel, con un futuro político dudoso y oscuro, Yanibel lo abandonó. Corrió a apoyar a Rómulo Roux cuando este se hizo presidente de CD. Fue su segunda traición: esta vez no a sus electores, sino a su mentor, quien, desde la cárcel El Renacer, indignado, garabateó una breve carta que, a juzgar por el tamaño de su letra, eran gritos: “A los diputados del CD, no asistan, ni vayan a ninguna reunión que promueva Janivel Ábrego [sic]. Ella está por ella, no por Uds. Díganle No a Yanibel TRAIDORA”.

Por alguna razón, nada santa supongo, Yanibel y Martinelli se reconciliaron, sin importar todo lo que el corrupto designado le dijo a la traidora. Pero, como ya sabemos, la conciencia y los escrúpulos sobran en la política de alcantarilla. Y ahora Yanibel ha retornado a los brazos del mentor que traicionó, al mismo tiempo que le da la espalda a Roux y completa así su tercera traición. Entonces, una figura política que no teme traicionar, si con ello obtiene lo que ambiciona, ¿a quién le debe su fidelidad? ¿A su pueblo? ¿A sus colegas? ¿A sí misma?

Y Martinelli, ¿en serio quiere a alguien así a su lado, habiendo sufrido su traición? Pero, bueno, él le enseñó a traicionar, así que ella es el producto de su ejemplo. Los que le darán su voto a Yanibel, ¿serán iguales a ella? Darle el voto equivale a traicionarse uno mismo, porque ella nunca renunciará a la traición. Y eso incluye traicionar al que le dé su voto. El que quiera hacerse el ciego frente a sus grandes y afilados colmillos, sufrirá la suerte de la abuelita de Caperucita Roja, porque una vez traidora, traidora para siempre.

Su trayectoria política está cimentada en la traición. Su única fidelidad es con el “billetito”, ese que obtiene gracias al poder de cuatro sílabas: “¿qué hay pa’ mí?”


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