Los “nuevos” gobernantes del país –me refiero a los diputados Robinson, Pineda y compañía– le han dado la espalda a su pueblo. En realidad, siempre han actuado a nuestras espaldas, porque, con mucha astucia, han conseguido que los spotlights se posen sobre sus marionetas en el Ejecutivo. Equivocadamente pensábamos que, por su jerarquía, eran ellos los que mandaban. Pero no, son los diputados los que disponen, posponen, indisponen e imponen.
Mandan en el Ejecutivo, en los organismos electorales –fiscalía y tribunal– en el Judicial y ni hablar del Legislativo. Su poder es casi igual al de monarcas, pues controlan desde el presupuesto general del Estado hasta los nombramientos de botellas. Y mientras los medios nos enfocamos en donde había residido el poder, ellos siguen en lo que están: creando leyes que les garantizan presupuesto para gastar, no directamente, sino a través de alcaldes y representantes de corregimiento, sus otros títeres.
El error que cometen los partidos políticos que quieren el poder es creer que esos diputados no mandan. Pero Juan Carlos Varela puede dar fe de que sí lo hacen, y ahora también lo pueden ratificar Cortizo y Carrizo. Ambos saben que si Robinson les ordena inclinarse ante él, ellos preguntarán si la venia es hasta la cintura o por debajo de esta. Por ello, para diputados como Robinson y Pineda es absolutamente irrelevante quién lleva la banda presidencial, si ellos gobiernan desde el Palacio Justo Arosemena.
Si Gaby pierde las elecciones, ¿alguien cree que eso le quitará el sueño de Robinson? Seguramente presume de que Bocas del Toro ya no es una provincia, sino su finca: una grande, que recibe millones de dólares del Estado que se pierden entre alcaldes y representantes manejados por este diputado que engulle sin soltar un solo eructo.
Si la oposición piensa que podrá gobernar negociando con estos astros del chanchullo, se equivoca. Terminará siendo su títere, salvo que les arrebaten sus curules en las elecciones. No será fácil, pues ya sabemos que para 2024, el presupuesto del Estado romperá otro récord: un incremento que se acerca al 25% o unos $5 mil millones más que este año. La única forma de cubrir ese presupuesto será endeudándonos por encima de las orejas.
El dinero que estos y otros sinvergüenzas usarán para derrochar en el proyecto reeleccionista es el que falta para nombrar a médicos que no mueran en un accidente después de trabajar 32 horas seguidas; el que falta también para darle mantenimiento a hospitales o comprar medicinas y evitar muertes innecesarias. Nunca les importó la gente. Ellos son los nuevos conquistadores, que nos ofrecen chucherías por nuestro oro, como si fuéramos unos ignorantes.
Será un grave error subestimar el poder político que ostentan estos impresentables. Como bien lo dijo el poeta francés Charles Baudelaire: “El mayor truco del diablo [Robinson] es hacernos creer que [su poder] no existe”. Por eso es de necios ignorarlos, convencidos de que no tiene tanto poder, que todo es una exageración. Para aquel que lo crea, solo le recordamos que Robinson lleva más de 30 años en la Asamblea y tiene tanto dinero que él mismo no lo puede creer. Y por el mismo camino va Pineda, que de conductor y vendedor de huevos, pronto será il capo di tutti capi.
