Cuando han transcurrido casi dos semanas de agosto, que representa un cuarto del tiempo disponible para negociar y materializar las alianzas políticas para 2024, los rumores que circulan sobre una posible alianza del PRD y el partido de Ricardo Martinellli (RM) son desmentidos una y otra vez por ambos bandos. Es decir, que no será posible que estos dos partidos no se vayan a unir y eso significaría que irían solos en las próximas elecciones. ¿Eso será así?
Es difícil creerlo, pero todo es posible. Si ambos partidos van por su cuenta, teóricamente una oposición unida no tendría mayor problema en alzarse con una victoria, pues el grado de rechazo de los candidatos de esos partidos es alto si se les compara con los de la oposición. Entonces, ¿cómo es posible que no limen asperezas si lo que buscan es hacerse del poder a como dé lugar?
Una de las preguntas que habría que hacerse, en el caso del PRD, es quién decide los términos de una alianza: ¿el candidato o el partido? Salvo mejor criterio, creo que esa es una decisión del colectivo y quien lo representa –su presidente– es el que tendría la última palabra. No creo que el candidato presidencial del PRD tenga el peso necesario dentro de su partido para decir que no, pero podría hacerlo, pagando el precio: su propia candidatura.
Negarse a aceptar una alianza con RM produciría un problema serio, pero si insiste en ser presidente, tendrá que tragarse no un sapo, sino el equivalente a un galápago de 100 años o renunciar a su candidatura: es una decisión entre codicia y dignidad, pues tendría que aceptar como compañero de fórmula a ese que se ha burlado de él llamándolo Pillo o Pillín, o a su esposa, que tampoco tiene visa para Estados Unidos y cuyo norte fue defender la inocencia de unos hijos que reconocieron en Nueva York que son unos delincuentes. Eso la hace una buena madre, pero, ¿la hace una persona digna de ocupar la presidencia o vicepresidencia de la República?
En caso de que la alianza con RM no prospere, ¿eso preocuparía al presidente del PRD y sus allegados más cercanos? No lo creo. Sobrevivieron –y hasta prosperaron política y personalmente– en el gobierno de Ricardo Martinelli. Luego ocurrió lo mismo en la administración de Juan Carlos Varela, por lo que no me cabe la menor duda de que en un gobierno de sus adversarios podrán –como ya lo han hecho– sacar provecho a su condición de diputados y salir airosos de cualquier intento de acorralamiento.
De cualquier manera –gane o pierda su candidato presidencial, solo o en alianza– ellos (los diputados) sobrevivirán a la derrota presidencial si son, a su vez, favorecidos por el voto. Es obvio que no serán todos los que obtengan una victoria, pero es muy probable que salgan los que importan, es decir, los que mandan, los que toman decisiones sobre el presupuesto nacional, los que dicen quiénes son los que van a la contienda electoral y cuánto apoyo le ofrecerán.
¿Hay negociaciones a espaldas del candidato presidencial del PRD? Ellos lo niegan rotundamente. Pero soy escéptico y hay no una, sino docenas de razones para no creer una sola palabra de esa gente. Son –por costumbre, deporte y conveniencia– unos perfectos mentirosos. Y si no tienen escrúpulos para mentir a toda la sociedad y a sus votantes, ¿qué importa si le mienten también a su marioneta?
