¿Cómo debemos dirigirnos a los nuevos parlamentarios centroamericanos suplentes? ¿Honorable exconvicto Kike? O, ¿su excelencia expresidiario Rica? No hay duda de que son clones de su progenitor. Se fueron a refugiar –igual que su padre– a la cueva de ladrones. Pensándolo bien, la sede de la cueva debería estar en Penonomé. Acá hay buenos anfitriones, aunque se requiere una nominación para ser parte del club, en el que todos son invitados, pero unos pocos los afortunados.
Los suplentes se pusieron “de pies” para jurar (por la bolita del mundo amén) y por su “¿honor?” de centroamericanos que trabajarán por la “integración regional”. Ahora pueden intentarlo otra vez, pues en pandemia hicieron su primera gira: se dieron una escapadita de Estados Unidos, tomaron un avión en el Caribe, viajaron a Panamá, regresaron por Costa Rica, se bajaron en El Salvador –donde Bukele no se portó, lamentablemente, como su salvador– y luego se fueron a Guatemala, donde la cosa se puso guatepeor.
Pero, como buen padre (suplente) centroamericano, el presidente Giammattei les dio acogida: les suministró custodia, chofer, techo, comida, par de chupatas y festines sin frenos. Nada les faltó. Hasta mami iba a visitarlos, porque –pobrecitos– a pesar de estar bien atendidos, nada reemplaza el amor de mamá. Todo bien... hasta que se fueron a Estados Unidos, donde se declararon culpables de conspirar para lavar dinero... pero por culpa del papá. Es que ellos, si el papá no los obliga con una pistola de agua que apareció después, jamás habrían cogido un cochino centavo de Odebrecht.
Es que cuando papi dice: ¡roben o los desheredo!, hay que hacerlo, porque si no, perderíamos el avión, los helicópteros, los apartamentos, los carros, los viajes, el oro, la plata y hasta el cobre. O sea, mopri, ¿quién puede vivir sin esas cosas?
Aun así, podemos escribirles una carta de agradecimiento por su intento de disculpas por robarnos a través de Odebrecht. Sería con este encabezado: “Honorable lavador Rica… Honorable blanqueador Kike... Gracias por sus ¿sinceras? disculpas. Estamos seguros de que cuando su honorable y designado corrupto padre sea presidente, ¿podrán deshacer todo el mal que hicieron y que nos devolverán hasta el último centavo que nos robaron (y que sabemos que hay más)?
Además, ustedes son –como afirmarían Santos Rudas y Camacho– ¿injustamente? conocidos como la primera familia corrupta del país. Ganar las elecciones de 2024 –al igual que lo hicieron en 2009– ¿no será? para el robo ni el saqueo ni para el espionaje ni la venganza… Será porque quieren un nuevo Panamá (para ustedes solitos). Posdata: tendrán que negociar un pedazo de su nueva finca con don gato, pues ese ya tiene una provincia completa para él.
Según el Manual de Protocolo de la Cancillería, “a los expresidentes de la República, por el alto cargo que desempeñaron y a manera de respeto y cortesía, se les sigue tratando de ‘Excelencia’…” También debería decir que los funcionarios electos por el voto popular o asignados a un alto cargo estatal y que resulten condenados, por el delito que cometieron y a manera de desagravio, se les seguirá diciendo “exconvicto o expresidiario o designados corruptos”, etc. Este tratamiento protocolar será de por vida. Aquel que quiera olvidarlo voluntariamente –o por ley– será bajo su propio riesgo y desventura. ¿O es que usted le dejaría en cuido un Rolex al honorable robarolex? Eso imaginé. Felicidades a los nuevos “honorables corruptos...”

