Salvo que ocurra un milagro –cosa que dudo–, Panamá va directo a un escenario poco atractivo, no solo para el Gobierno, sino para todos nosotros. Me refiero a la pérdida del grado de inversión. Dos de tres calificadoras –Moody’s y Fitch– tienen a Panamá a un escalón de perderlo. Significa que si nuestro país sufre otra rebaja, eso nos dejaría fuera del club. Y si bien muchos viven sin el grado de inversión –como nuestro propio país antes de 2010–, habrá consecuencias, principalmente en lo relativo al costo del dinero: sin duda nos rendirá menos… a todos.
Seguramente a muchos panameños que viven un día a la vez y que quizá hayan oído del grado de inversión sin saber qué es exactamente, salvo que es como un traje elegante que se pone el gobierno para hablarnos de su magnificencia, eso les importa un rábano, porque perciben que nada de eso les pone un real más en el bolsillo. Lamentablemente, en Panamá solemos aprender a los golpes, porque si tenemos suerte, nos habrán enseñado a sumar y restar en la escuela, pero díficilmente a planificar. Eso nos lleva a improvisar y de eso no escapan los que dirigen el país.
Los he escuchado decir que sin los ingresos de la mina perderemos el grado de inversión. Han empezado a preparar el escenario para liberarse de su responsabilidad en este desastre y atribuirlo al pueblo que no quiso la mina. Pero eso, en todo caso, sería la gota que colmó el vaso. No es, ni de lejos, la única razón que nos pondrá fuera del club. Las calificadoras venían advirtiendo la carente disciplina fiscal del Gobierno. En octubre de 2022, por ejemplo, Moody’s indicó que había “crecientes presiones fiscales derivadas de una estructura de gasto cada vez más rígida relacionada con la tendencia alcista de salarios, transferencias y pago de intereses”, refiriéndose al Gobierno. Y advertía de las presiones que ejercía la Caja de Seguro Social, tema que esta administración ha rehuido con imperdonable cobardía.
La tragedia de ahora contrasta con la situación de 2020, cuando estábamos en plena pandemia y la mina produciendo. Ese año, Moody’s vaticinó que en 2021, Panamá sería el país más rico de la región, pero no por la mina, sino por el Canal, pues continuaría mejorando su posición como punto logístico y estaba en camino de tener el mayor poder adquisitivo per cápita en 2021 en toda América Latina.
¿Qué pasó? ¿Cómo es que dos años después estamos a punto de perder el grado de inversión? El 31 de octubre pasado, o sea, ahora mismo, Moody’s habló de los $770 millones que recibiría Panamá de la mina si prosperaba el contrato: “Moody’s considera que estos ingresos adicionales no serían suficientes…” Y agregó que la carga por el servicio a la deuda aumentaría en 2024, llegando a representar el 15% de los ingresos del Gobierno, “casi el doble de la mediana de otros países con grado de inversión, cuya carga ronda el 8%”.
Despilfarraron, robaron como si no hubiese un mañana y se burlaron de todo Dios. ¿Y ahora dicen que los culpables de la pérdida del grado de inversión son aquellos que adversaron el contrato minero? Son una banda de cretinos incompetentes y caraduras que, tras haber endeudado al país hasta sus moléculas para así poder robar, ahora nos echan la culpa. ¿Y así quieren quedarse en el poder? Lo único que merecen es pasar el resto de sus miserables vidas en una cárcel. Corruptos, ineptos y caraduras. Eso es lo que son.