El canciller Javier Martínez Acha dio esta semana declaraciones vergonzosas. Habló de la actividad político-partidista que desarrolla ilegalmente en la Embajada de Nicaragua el bribón de Ricardo Martinelli, quien ha montado allí un gobierno paralelo desde el que imparte órdenes a través de las redes y en reuniones presenciales que no oculta, más bien divulga.
Dijo que le “comentó” a la embajadora de Nicaragua su “preocupación” por lo que pasa en su sede diplomática. Le pidió que, “por favor”, no se convierta en foco de reuniones políticas. ¿Eso suena a una queja formal y enérgica? Si es así, es lo más enclenque que he visto tras observar la permisividad dispensada por este gobierno a un delincuente condenado por lavado.
¿Qué es eso de que le “comentó” a la diplomática la situación? Debió quejarse formalmente, no comentarle nada, advertirle que, si el tipo sigue violando los tratados de asilo diplomático, Panamá romperá relaciones con su gobierno. Pero lo más decepcionante fue que el canciller le pidiera el “favor” de que la Embajada no sea sede del partido RM. ¿Es en serio? ¿Por qué Panamá debe pedir ese favor? Debió exigirle callar ipso facto al delincuente y prohibirle esas reuniones, como lo exige el derecho internacional.
Con lo blandengue de su “advertencia” no le pararán bola. Es como pedir permiso para que respeten nuestra soberanía. Por favor, ¿de qué está hecho el canciller? ¿De gelatina? En vez de él, debieron nombrar canciller a Chapman. Ese “comentario” a la embajadora es solo un gesto hipócrita porque aquí se andan con paños de seda en ese asunto, mientras que con el presidente (espurio) de Venezuela no les tiembla la voz, no piden permiso y son de alegre gatillo verbal para practicar el tiro al blanco con él, pese a que su modelo dictatorial lo comparte, apoya y replica Daniel Ortega, el protector de su amado expresidente. Es evidente la política exterior conveniente, errática y selectiva de este gobierno.
A su turno, el presidente Mulino dijo que “no transformemos ni esa ni ninguna embajada en un centro político y de actividad político-partidista […] y espero que la República de Nicaragua entienda eso. Es la primera advertencia…”. Obviamente nada transformará pues hace ya meses que funciona como sede de RM. De hecho, Mulino fue a ver a Martinelli en esa Embajada tras ganar las elecciones. Pero, además, ¿dónde se concibió y nació la candidatura presidencial de Mulino? Él jamás se quejó de la propaganda que salió de allí… hasta ahora, cuando comienza a ser visto como traidor por su amigo, ya harto del rigor de su encierro.
Y no olvidemos que en el cierre de campaña de Mulino se proyectó un video de siete minutos de Martinelli cuando este llevaba tres meses asilado. Y, por cierto, la advertencia de Mulino a Nicaragua no es la primera de Panamá. El gobierno pasado hizo, al menos, tres, y estuvo a un paso romper relaciones tras retirar al Embajador de Panamá ante la violación “flagrante y reiterada” del derecho internacional de parte de la Embajada de Nicaragua, que le permitía a Martinelli desarrollar allí “acciones político-partidistas”. ¿Dónde estuvo Mulino cuando pasaba todo esto? Si no estuvo aquí, entonces, ¡bienvenido a nuestro infierno!