Recuerdo la patética “despedida” de Guillermo Ferrufino al entregarse a las autoridades dizque para cumplir su condena, dictada meses atrás por peculado y enriquecimiento injustificado. El bribón pretendía que nuestras lágrimas cubrieran sus insultantes acciones al verlo partir a una celda entre abrazos y besos.
¡Hipócrita! Ferrufino es un mentiroso compulsivo que recurre a las lágrimas –no a los hechos– para tratar de convencernos de que antes de ser ministro era acaudalado. Nos vio cara de idiotas. Creyó que el lloriqueo cuenta como acto de magia para sacar muebles e inmuebles de la chistera. Pero su acto ilusionista no engañó a nadie: No pudo explicar su espontánea fortuna, por eso lo condenaron. Nadie más es culpable de su insaciable codicia ni de su torpe vanidad.
En 2012, Luis Corbillón, el que fuera su suplente cuando el hoy exministro ganó una curul en la Asamblea Nacional, lo dijo claramente: Ferrufino “estaba limpio, no tenía un centavo en el bolsillo, por eso me escogió como suplente [...] no tenía ni 10 mil dólares; el que corrió [con el costo de la] campaña fui yo”.
Pero, como un renovado Blancanieves, al término de su gestión, el ministro salió forrado: $2.2 millones que no pudo justificar. Fue relacionado con inmuebles adquiridos durante sus años en el Gobierno: una casa en Albrook (de casi $700 mil), otra en Coronado (de un $1 millón); otra en Boquete; una costosa hacienda en El Valle de Antón y una finca de más de 100 hectáreas en La Chorrera, sin contar centenares de semovientes, carros, viajes, hasta sus pistolas. Y ahora, el “emprendimiento” chino, cuyos ingredientes secretos parecen ser “sustancias ilegales”, por lo que hoy su hijo y “mejor amigo” también enfrenta cargos de lavado mientras está detenido en su casa.
Fiel a su naturaleza de mojigato, cuando se entregó, solo para taquillar, Ferrufino divulgó en redes ese lastimoso video, una sombría “producción”, sacada del modelo de su programa ‘Qué tal si te digo’: Fondo musical lacrimógeno, voz suplicante e impostores ojos de magdalena, nos dijo: “Lo más duro y difícil que he tenido que hacer esta mañana es hacer una maleta, no por un viaje de negocio o un viaje de paseo, hacer una maleta para ir de nuevo a enfrentar una injusticia, ir de nuevo a una cárcel…”.
Pero toda esa parafernalia de afligidos abrazos y amorosos besos, y de sus amenazas e insatisfecha sed de venganza (por cierto, lo único honesto que dijo en ese video) no fue otra cosa que otra escena de su obra bufa. Él espera –o esperaba– clemencia del juez: sustituir la pena de años de prisión por trabajo comunitario, por máximo de 4 años y 8 meses.
Y encima, mintió cuando dijo que nunca se “escondió”, pese haber estado prófugo varios meses. Usó excusas ridículas, como que no existían las condiciones para entregarse. ¿Cuáles? ¿Que lo pusieran en libertad? Lo único admirable del farsante es que no pierde las esperanzas. Espera que la justicia, aunque lenta, también sea justa. Frase que describe la milimétrica profundidad de su ¿sentido común?