En 15 días, estaremos frente a las papeletas, con las caras de quienes dirigirán el país en el próximo quinquenio. Personalmente, descarto cualquier cosa de la banda del PRD. Tuvo su oportunidad para hacer algo bueno por el país, pero lo que vemos es a un gran señorón que antes era un pobre diablo en Penonomé; hoy le va de maravilla al sinvergüenza de Bocas y al de San Miguelito y a un boludo de Colón. Es decir, al PRD le va sensacional, al igual que sus donantes y sanguijuelas. Robaron de todo, ni la institucionalidad dejaron, cargaron con eso también. La lacra gobernó y gobernará por unos años más, porque hay votantes que viven drogados con la putrefacción de esa gente.
El colmo es que en estas elecciones hay factores exógenos que están influyendo en las elecciones. La mina, por ejemplo: tras las elecciones, se sentará con quien sea para negociar un contrato. El que se perfila ganador ya dijo que lo hará, solo que no lo admite en público, por obvias razones. Quizá sea de las razones para no ir a los debates, pero negociará con la mina, porque necesitará plata, cuando no hay de dónde sacarla. Y así como Odebrecht guiñó el ojo en pasados comicios, seguro que la mina hace lo mismo.
Por otro lado, Nicaragua, cuyo huésped en su sede diplomática aquí interviene en un asunto tan interno como el proceso electoral. Si gana el títere, tendremos que agradecerle al dictador Daniel Ortega que su invitado haya metido sus narices, manos y pies en las elecciones desde la impunidad que le ofrece el asilo diplomático. Imagínense: Ortega y Rosario Murillo, invitados a la toma de posesión. Amnesia total de alguien que luchó contra la dictadura militar en Panamá y ahora –¡qué ironía!– un dictador extranjero y un delincuente le facilitan la Presidencia. Bueno, si gana, habrá que preguntarle a qué saben los sapos que traga.
¿Quién vendría de Estados Unidos a su toma de posesión? No creo que asista ni el Encargado de Negocios de la Embajada. Alguien del personal panameño que labora allí, como la hermana del abogado del florista de Paitilla. De Brasil, Lula, que está dando ayuditas –a través de un magistrado amigo– en el caso Odebrecht. Y qué coincidencia: Ese magistrado que anuló las pruebas contra Martinelli, también lo hizo con el vicepresidente ecuatoriano Jorge Glass, el que se metió en la Embajada de México en Quito, de donde la Policía lo sacó y se lo llevó preso. También puede que veamos a Lavítola, entusiasmado con sus viejos negocios. Y con algo de suerte, nos enteremos de quién vendrá por NSO Group, la dueña de Pegasus.
Sí, pues, tendremos de vuelta el Pegasus, por lo que no sería mala idea aprender el lenguaje de señas y hacer reuniones presenciales, sin celulares. Quizás Mulino no quiera espiar tanto, pero el marionetista le pedirá manejar el Consejo de Seguridad por debajo de la mesa. Es el precio del endoso de los votos a Mulino, al menos hasta que gane. De ahí en adelante, sus electores exigirán que gobierne el mero mero. ¿Cómo lo hará? Fácil: Llevan cinco años aprendiendo de Nito y Gaby: el ausente y el omnipresente.
