Las conferencias de prensa semanales fueron en un inicio una bocanada de aire fresco tras un quinquenio donde el mandatario Laurentino Cortizo estuvo practicamente ausente. José Raul Mulino supo leer el escenario político y llenó con habilidad ese vacío de comunicación y autoridad presidencial. Ocho meses después, es evidente que hablarle al país cada jueves no es equivalente a ser transparente. Y es que además de las serias contradicciones entre sus promesas y sus acciones, hay sospechosas omisiones de información de interés público. El presidente solo habla de lo que le conviene, cuando le conviene y esquiva los temas polémicos con la actitud de quien posee la verdad absoluta.
El caso de la mina de Donoso es un claro ejemplo de eso. Mulino aseguró que a partir del lunes tratará la situación ya que solo “cinco gatos que no pagan una planilla” se oponen a la mina. La expresión, para utilizar sus propias palabras, es una afrenta a la verdad, al fallo de inconstitucionalidad y a los muchos panameños (solo en la Corte hay nueve) que se manifestaron en contra de la minería metálica.
El mandatario también está incumpliendo sus propias promesas. Recordemos que en su discurso de toma de posesión aseguró que “respetaría las leyes, el fallo de la Corte y el pedido de nuestro pueblo”. Agregó que “el plan de abrir para cerrar de forma definitiva, dependería del resultado de una estricta auditoría ambiental”. Nada de eso ha sido una realidad.
Lo único claro es que es que de buenas a primeras el presidente autorizó a la empresa a exportar el cobre molido, encender la planta termoeléctrica e importar carbón. Tres actividades de una operación que la Corte declaró inconstitucional y que claramente requerían de pasos legales previos que se obviaron alegremente.
¿Ha decidido el mandatario reabrir la mina a cuentagotas, para que cuando lleguen los cuestionamientos, ya sea un “hecho cumplido” tan profundo como el hueco de la mina? Solo el tiempo lo dirá. Presidente, la opacidad y la prepotencia en un tema tan delicado son bofetadas no solo al Estado de Derecho, sino también al “pedido del pueblo” que usted prometió respetar.
El otro tema en el que las conferencias no han aportado nada de transparencia, son las explosivas relaciones con los Estados Unidos. Y es que ante la amenaza existencial que representan las pretensiones de Trump, nuestro gobierno ha cedido en varios aspectos y de casi todos ellos nos hemos enterado por medios internacionales.
Como es su costumbre, Mulino miniza la importancia de aquellas noticias sobre las que no le conviene comentar. Algo así ocurrió con el reporte de NBC que informaba sobre un pedido de Trump al Pentágono de opciones para “aumentar” sus tropas en Panamá. Nuestro mandatario lo catalogó como un “refrito periodístico”.
Esta noticia desestimada por el presidente puede relacionarse con otra información sobre la que el gobierno no nos ha dicho toda la verdad. Me refiero a la firma de un acuerdo de entrenamiento de largo plazo del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos a todos los estamentos de seguridad de Panamá. Qué un país desmilitarizado por Constitución se comprometa a esto ante una superpotencia que no ha descartado el uso de la fuerza para “tomarse el Canal” es muy preocupante.
Pero ante los interrogantes periodísticos se responde con un cuento, sin ninguna intención de que haya una verdadera rendición de cuentas.
La mina y la relación con los Estados Unidos: dos ejemplos de la enorme diferencia que hay entre hacer conferencias de prensa y hablar con la verdad a los ciudadanos. Lo primero es una estrategia de comunicación, lo segundo es practicar la transparencia en el ejercicio del poder público. No hay que dejarse confundir, ni en esos, ni en otros muchos temas donde las palabras van por un lado y las acciones por el otro. Definitivamente tenemos un presidente que es bueno echando cuentos, pero no rindiendo cuentas.