¿Seguro de quién?



Hace muchos años, específicamente durante el gobierno de Martín Torrijos, se produjo una reforma a la ley que rige la Caja del Seguro Social (CSS), la cual le dio un respiro, por llamarlo de alguna manera, al programa conocido como IVM (Invalidez, Vejez y Muerte). En esa ocasión, se advirtió que esto era solo un primer paso, pues se debían tomar las medidas necesarias para seguir brindándole la “respiración artificial” que necesitaba.

La realidad es que, durante los quinquenios siguientes, no se tomaron las medidas que fueron advertidas y requeridas para poder “rescatar” este programa, del cual dependen una cantidad significativa de personas conocidas como pensionados, o los mal llamados jubilados. Esto ha llevado a que recientemente se advirtiera que este programa de la CSS solo tendría oxígeno hasta finales de 2024.

Opino que la actitud adoptada por los gobernantes que rigieron el país durante los 15 años siguientes fue, por decirlo de alguna manera, bastante débil, lo que ha dado pie a un sinnúmero de conjeturas, algunas fundamentadas, pero otras totalmente irresponsables, que más que politiquería barata, han sido como intentar apagar un incendio con gasolina.

Para comprender mejor la situación, se requiere de mucha paciencia y estudio. El actual presidente, José Raúl Mulino, enfrenta una escalera de acciones que debe comenzar a subir. A mi juicio, inició acertadamente con la designación de un administrador, actuario de profesión, para que encabece el monstruo de muchas cabezas que representa la CSS. Este deberá rodearse de personas con mucha capacidad, como, por ejemplo, un excelente equipo de médicos que lo asistan en lo que respecta a la atención médica y las medicinas.

Le recomendaría que, más allá de alguien para hacer relaciones públicas, designe a una persona experta en la capacitación del personal que labora en esa institución, principalmente en el tema de atención al usuario. Que entiendan de una vez por todas que son los usuarios y sus patronos quienes pagan sus salarios y sus pensiones.

Se debe designar a una persona que comience a planificar, junto al Ministerio de Salud, un nuevo sistema de salud integrado, el cual unifique las actuales duplicidades que se observan a nivel nacional en temas de atención médica y de farmacias.

El sistema de atención médica debería implementar algo que he escuchado de un profesional de la talla y experiencia del Dr. Carlos Abadía, quien no ha dejado de hablar de la “atención primaria” como la base y esencia de la atención al usuario.

Con el sistema integrado, se debe presionar para que los panameños no tengamos que ir a buscar medicinas a precios accesibles en Colombia, Ecuador, o incluso en España y Turquía. No es posible que uno pueda comprar un boleto de avión, ir en la mañana a Bogotá, por ejemplo, y regresar al día siguiente con medicinas para 5 o 6 meses, y que, con el ahorro, se pueda pagar el pasaje de avión, el hotel, las comidas y hasta la rumba en esa capital vecina, quedando además para el taxi.

No es justo que los pensionados tengan que “anclarse” a una pensión que, en muchos casos, no está ni cerca del famoso 60% que deberían recibir, pues hay topes que no son cónsonos con los aportes realizados. Las pensiones deberían ajustarse anualmente en un porcentaje no menor a la inflación reportada oficialmente cada año.

Para lograr muchas de las cosas que se sugieren, en la mayoría de los casos solo se necesita de la buena voluntad para que las cosas se hagan. En otros casos, a la CSS se le debe permitir, al igual que lo hacen otros fondos de pensiones, invertir en acciones, bolsa, bonos, etc. También se le debe autorizar la venta o desarrollo de una cantidad de terrenos de su propiedad que, por muchos años, han estado sirviendo de potreros o sin un fin definido.

¿Que se requieren ajustes de parte de los patronos y sus colaboradores? Coincido. Pero la responsabilidad no puede recaer solo en un lado. Las buenas decisiones deben ser el resultado de un esfuerzo común.

La Caja del Seguro Social es de todos los panameños, se beneficien directa o indirectamente de ella. Esta es una institución que no se puede dar el lujo de “quebrar”. Al final del camino, ¿de dónde saldrán los fondos para “rescatarla”? Del erario, lo que significa que nos costará a todos.

No todos tienen los recursos para costear uno de esos seguros privados casi impagables o para tener un fondo de pensiones privado.

No seamos avestruces ni egoístas con quienes han mantenido o aportado a la CSS por tantos años. Hay que actuar, y hacerlo ya. Para mañana podría ser muy tarde.

El autor es analista político y dirigente cívico.


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