En 1998, la Autoridad Nacional del Ambiente de Panamá declaró septiembre como el mes de los océanos, y desde entonces, cada año se logran acciones de protección y referencias al estado de nuestros mares. La Asociación Oceánica de Panamá (AOP) y la Asociación Verde de Panamá (Asvepa) realizaban jornadas de buceo recreativo acompañadas de investigaciones de los ecosistemas en toda la geografía nacional. Posteriormente, la Fundación Pro Mar, ANCON, el STRI (Smithsonian), así como otras organizaciones ambientales, empresas, escuelas y universidades, se unieron a estas actividades.
Richard Peralta, Gabriel Despaigne Ceballos y Ángel Tribaldos, entre otros miembros de la Asociación Oceánica de Panamá, desarrollaron el activismo submarino, que en principio fue recreativo, pero sus formaciones como biólogos, buzos y técnicos submarinistas, junto con las bellezas escénicas y la diversidad de vida en esos ecosistemas, permitieron desarrollar conocimientos y conciencias sobre la necesidad de conservación.
Los científicos Thomás Gourau (Estados Unidos-Jamaica-Panamá), el arquitecto Wolf Gilbert (alemán) y Gabriel Despaigne Ceballos inventaron y establecieron proyectos de biorrocas para el crecimiento acelerado de exoesqueletos coralinos, utilizando estructuras de metal alimentadas con electricidad para promover la acumulación de carbonato de calcio del mar en las barras de acero mediante el fenómeno de electrólisis. El primer ensayo, llamado “Arca de Corales” o “Akuabisqui Galu” en lengua kuna, se estableció en una isla de Playón Chico en Kuna Yala, Panamá.
El arca es una semiesfera de 25 metros de diámetro, hecha con barras de acero corrugado de una pulgada de grosor, sumergida en el mar. Se le instaló una fuente de energía eléctrica solar de bajo voltaje, lo que permitió que los corales adheridos a las barras de acero crecieran 400 veces más rápido que en condiciones naturales. Así nació la tecnología de la biorroca, que hoy se utiliza para promover poblaciones de corales en áreas afectadas por el blanqueamiento, en rompeolas, paredes de casas, refugios para langostas y en otras construcciones costero-marinas.
Estas arcas de corales de biorroca, establecidas en Playón Chico en 1996, se han convertido en refugios de biodiversidad y hermosos parajes submarinos que atraen al turismo y sirven como fuente de alimentos marinos para la población kuna. “Los corales son al mar lo que los bosques son a la tierra, generadores de oxígeno y diversidad de vida”, expresé en el VIII Simposio de Corales, que acogió a científicos de todo el mundo en Panamá en 1996.
En 2002, 80 científicos se reunieron en Saia de Malia para crear un nuevo país construido con biorroca. El Santuario de Ballenas fue declarado mediante la Ley 13 del 5 de mayo de 2005, como parte del Corredor Marino de Panamá, para la protección de los mamíferos marinos.
Son 26 años de acciones: propuestas, medidas de conservación, uso sostenible, limpiezas de playas y fondos marinos, charlas y eventos científicos, así como celebraciones en escuelas, universidades, empresas e instituciones. Entre los logros destacan la Ley de Protección de los Corales, las regulaciones que prohíben la pesca de tiburones y el aleteo, y la creación de extensos parques marinos como Banco Volcán en el Caribe, Coiba y la cordillera de Coiba en el Pacífico, y áreas protegidas en el Golfo de Chiriquí, Bocas del Toro, y el Archipiélago de Las Perlas.
También se ha regulado la velocidad de los barcos mercantes para proteger a las ballenas, y se han protegido humedales, manglares y otras áreas, alcanzando el 53 % de los mares y zonas costeras de Panamá. Continuemos protegiendo nuestros mares, reduciendo las artes de pesca inapropiadas como las redes de arrastre, las líneas de pesca, explosivos y sonares que afectan a las ballenas y otras especies de ecolocalización. También es vital combatir las pesquerías masivas de flotas internacionales, los vertidos industriales, los residuos sólidos y los cambios de temperatura en las aguas, así como mitigar el deterioro de las cuencas hidrográficas, que aportan sedimentos a los cuerpos oceánicos.
Septiembre, mes de los océanos, con protección y conservación ambiental.
El autor es educador, agrónomo y tiene estudios en sistemas ambientales, suelos y microbiología.