El ser humano es gregario por naturaleza. Desde la infancia, los niños empiezan a conectar con el mundo exterior y, a medida que crecen, identifican similitudes y diferencias con sus pares, lo que les ayuda a formar su identidad. La vida universitaria ofrece oportunidades para la maduración y el acercamiento a personas con ideales semejantes. La socialización alcanza su cúspide en el entorno laboral.
Ante a esta situación, cabe preguntarse qué ocurre con esta red de relaciones cuando envejecemos, nos jubilamos y no contamos con más espacios para socializar. La evidencia científica sugiere que un envejecimiento saludable está estrechamente relacionado a la práctica de una vida activa y al mantenimiento de relaciones interpersonales. En efecto, las personas que envejecen más satisfactoriamente son aquellas que mantienen los intereses, las actividades y el nivel de interacción social que experimentaban durante la mediana edad.
La satisfacción que la persona mayor obtiene mediante su experiencia de integración y participación social incide en la calidad de su salud y de su actitud hacia el envejecimiento y la funcionalidad física. Por ejemplo, en personas mayores la socialización permite enfrentar los sentimientos de soledad y depresión comunes en esta fase vital, mejora la calidad de vida y puede ser un pilar en la prevención del deterioro cognitivo asociado a la edad.
En el Centro de Neurociencias de INDICASAT-AIP, llevamos a cabo un estudio de intervención no farmacológica con personas mayores para prevenir el deterioro cognitivo. Este estudio combina actividades cognitivas y físicas, donde la socialización tiene un papel crucial. Investigaciones similares en otros países muestran que las intervenciones grupales fomentan la interacción social, especialmente cuando implican el aprendizaje de nuevas habilidades o la navegación por entornos novedosos. Esto motiva a los participantes a mantenerse socialmente activos mientras aprenden o practican tareas nuevas.
En nuestro estudio, los participantes han indicado alta satisfacción con el programa, pues les permite crear comunidad, funciona como un espacio terapéutico y facilita la interacción con personas de su edad con experiencias similares. En solo unos meses, este proyecto ha demostrado que programas que fomentan la socialización continua pueden ser altamente efectivos para mejorar el bienestar general y la calidad de vida de las personas mayores.
La autora es coordinadora de proyectos de La Iniciativa de Investigación de Envejecimiento en Panamá del INDICASAT-AIP para Ciencia en Panamá.

