El suicidio, reto de salud pública



El suicidio se define como muerte autoinfligida. Según la Organización Mundial de la Salud, ocurren 800 mil suicidios por año en el mundo, y por cada caso, unas 20 personas más lo intentan.

El suicidio es una de las primeras causas de muerte entre los jóvenes, y las edades siguen bajando. Mueren más hombres, pero las mujeres lo intentan más. Los grupos de edad con más alto riesgo son la juventud y los adultos mayores de 65 años. Los métodos más utilizados en Panamá son el envenenamiento y el ahorcamiento, aunque el lanzarse desde alturas es ahora frecuente en la ciudad.

No se trata de un problema moral, sino de salud pública. Las causas son multifactoriales. En poco más de la mitad de los casos existe una enfermedad mental tratable, y en el resto, hay alguna crisis que se experimenta con desesperanza.

Las enfermedades mentales relacionadas son el trastorno depresivo mayor, el abuso de drogas y alcohol, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y los trastornos de la personalidad. Otros factores de riesgo incluyen la pérdida de relaciones afectivas importantes; el desempleo; abuso físico, psicológico y sexual en la infancia; el acoso escolar y la discriminación.

El suicidio no ocurre repentinamente: el dolor emocional lleva a la ideación y planificación. Existen señales de alerta que se presentan de manera verbal y conductual. Por ello, si bien no es predecible, puede ser prevenible. La ideación suicida es una urgencia: ante la duda, busque ayuda.

Las estrategias eficaces de prevención incluyen restringir los métodos letales; acceso a sistema de salud mental eficiente para tratamiento psiquiátrico y psicológico; programas escolares; mejorar la captación por médicos de atención primaria, y educación en general. Todas, tareas por hacer o mejorar en Panamá.

La autora es médico-psiquiatra y miembro de Ciencia en Panamá

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