REALIDAD. No es un secreto que quien quiera que sea el presidente de la República, en algún momento de su mandato, depende de consensos y del voto de cada diputado. Esto incluye a aquellos que le adversaron en campaña o que ni siquiera le simpatizan. Entendiendo que es improbable que alguien le dé su voto a cambio de un almuerzo, la invitación de José Raúl Mulino parecía ser una forma trivial de agradecer el respaldo a uno de sus proyectos de ley más significativos e importantes. Pecaminosa resulta la reacción de algunos que, por un lado, critican el almuerzo del pasado sábado, pero, por el otro, se reúnen con el presidente a puerta cerrada y sin contarle a nadie.
EJECUCIÓN. Lo de Vamos es incomprensible. Su jefa de bancada, Janine Prado (que no estaba invitada al almuerzo en Penonomé), advirtió que aquellos diputados que acudieron a la cita con Mulino se exponen a un proceso de expulsión. ¿Por qué? ¿Cuál es la causal para adoptar una medida tan drástica? Pareciera que la venganza es la única razón posible.
‘FICHAS’. Según la diputada Patsy Lee, del Partido Popular, aquellos diputados que votaron a favor del proyecto de reformas a la CSS son unos “vendidos”. Si esto es verdad, que diga quién compró a quién. No dar los nombres la convertiría en cómplice.
CHIQUILLADA. En Moca pensaban que sus diputados no habían asistido a la reunión, porque así lo había comunicado cada uno de ellos. Luego se enteran de que José Pérez Barboni sí fue. Si el diputado cambió de parecer, ¿por qué no avisó a su partido? Con esa ambivalencia ha dado trascendencia a una decisión que no tendría por qué tenerla. Ahora, Lombana ha anunciado una investigación interna y emplazó a Pérez Barboni a decidir si quiere estar cerca del gobierno o con la oposición. ¿Será que ellos también están haciendo procesos de expulsión express?
FUTURO. Como seguramente esta no fue la primera invitación y tampoco será la última de un presidente a los diputados, lo más edificante sería que, en adelante, el anfitrión lo comunique directamente y con anticipación al país, que facilite la cobertura de los medios de comunicación y que invite a todos, por igual. Y a los diputados que sí asistan, que informen lo que ahí se habló a aquellos colegas que (por la razón que sea) no acudieron, a las dirigencias de sus partidos y a la población en general.
COHERENCIA. Dice Juan Diego Vásquez que, en sus cinco años como diputado, jamás asistió a “convivios” con el presidente Laurentino Cortizo. Que sepamos, eso es cierto. Pero, en contraste, no vio nada de malo en acudir a la boda de Yanibel Ábrego, quien seguramente tenía incluso más poder que el presidente. La prueba está en que, en una ocasión, hasta impidió frontalmente el ingreso de los auditores de la Contraloría.
ENIGMA. El loco dijo ayer que estaba “renovando” su pasaporte. ¿Cuál? ¿El diplomático? ¿Para qué quiere un documento de viaje, si el salvoconducto ya expiró?