FLAGRANCIA. El jueves pasado, cuando los participantes de la mesa única del diálogo hablaban del problema de la electricidad, se fue la luz en Penonomé. Cualquiera diría qué inoportuno fue el apagón, pero lo cierto es que es al revés: qué buena suerte tienen de que se haya ido la luz una sola vez y no con la frecuencia que lo sufren los interioranos. Luego se preguntan por qué este tema está en la mesa y por qué aborrecen a estas empresas y, en especial, a sus reguladores, como Armando Fuentes, el flamante administrador de la Asep, cuya aspiración ahora se sitúa en la Corte Suprema de Justicia.
MEÑIQUE. Y, hablando de magistrados, dicen que el funcionario al que le ha dado por salvar ratas quiere ahora volver a ser magistrado en el Tribunal Electoral. La talla del cargo que actualmente ostenta es “Large”, pero los diputados –agradecidos de antemano por su decidida protección a los roedores– lo nombraron, pero olvidaron que su talla solo la encuentra en The KidStore. Por su institución pasan todos los contratos del gobierno, ¿acaso se cansó de contar plata?
SUBESTIMACIÓN. Ricardo Martinelli citó en redes algo que atribuyó a Winston Churchill: “El águila debe permitir que las aves pequeñas canten, pero sin preocuparse de qué es lo que cantan”. Seguramente, el expresidente se refería a “Águia”, el famoso coimero de Odebrecht. Pero, un consejo: No subestime el canto de las “aves pequeñas”. Más bien, preocúpese. Recuerde que sus pequeños retoños –esas avecillas enjauladas en EU– cantaron, y mucho, y no precisamente “El Rey”.
¿CAPISCE? Por cierto, el loco debería poner más atención sobre lo que pasa a su alrededor. Publio De Gracia, titular de la DGI que investiga sus empresas, publicó en su cuenta de Twitter que tuvo la visita del gerente global de Kroll, la empresa que contrató la esposa del loco para limpiar el desastre corporativo de Importadora Ricamar. De Gracia y David Lewis –quien también fue secretario del Grupo de Acción Financiera (Gafi)– hablaron de temas que el loco aborrece con toda su alma: “Defraudación fiscal y blanqueo de dinero”. Ni el agua de tinaja es tan clara.