¿DISCULPAS? Con todo el horror que se vive a diario desde las últimas semanas, el Halloween ayer casi pasó inadvertido. Algunas conductas, lejos de ser erradicadas, siguen acechando por la Asamblea, como si se tratara de un fantasma. O de Jason Voorhees, el temible personaje de la saga Viernes 13. Ayer, el reprendido y poco escarmentado Bolota regresó al pleno, y ahora asegura que nunca impidió el ingreso de gais a la Asamblea, que fue “malinterpretado”. ¿Cómo se puede “malinterpretar” la transmisión textual y exacta de un suceso? Ahí no terminó el performance que nos dedicó en pleno Día de Brujas. La puesta en escena incluyó un manifiesto de su amor por la comunidad LGBTI: “No soy homofóbico… siempre los he tratado con amor y respeto”. Hace dos días, los quería lanzar a la hoguera; hoy dice que los ama. Otra caso digno de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
QUEJA. Por cierto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, además de quejarse de las declaraciones “discriminatorias” hacia personas de la comunidad LGTBI, ya que fomentan el odio, hizo un llamado para que la Asamblea y las autoridades locales promuevan, respeten y garanticen los Derechos Humanos de todas las personas, sin distinción. ¡Felicidades, diputado Bolota! Recibe usted la atención de hasta funcionarios de Naciones Unidas, gracias a su bocota.
SIN CURA. El Presidente de la República ha tenido que pronunciarse en contra de varios de los temas que ha aprobado en las reformas constitucionales su propia bancada: el PRD. A los diputados les parece muy poco lo que tienen, y ahora buscan poder e impunidad en las reformas constitucionales. Parece que los científicos tendrán que replantearse eso de que la locura no es contagiosa. Está claro que su demencia colectiva los ha llevado a ser la peor Asamblea de la historia de Panamá.
PRENDA. El exdiputado Samir Gozaine ha sumado otro cargo al de secretario ejecutivo del Gabinete Turístico, ya que esta semana recibió la ratificación de sus excolegas como directivo de la Caja de Ahorros. Salido de las entrañas de la Asamblea, practicó todas las malas mañas que distinguieron a sus excolegas, como nombrar en sus planillas a personal que simultáneamente laboraba en empresas de su familia. Su nombramiento le vino como anillo al dedo: “el banco de la familia panameña”.
¿BÚFALO? Hasta esta hora, que sepamos, el diputado Sergio Gálvez no se ha despojado del blindaje que le brinda su cargo para despotricar impunemente contra los ciudadanos, como le pidió el director de Informativos de Radio Panamá, Edwin Cabrera. Una reacción no muy varonil de alguien que presume tanto de sus preferencias sexuales. Y de las ajenas también.
