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RETRACTACIóN

La ‘testigo estrella’

Desmentir públicamente a cualquier persona es siempre una tarea incómoda. Tan incómoda, que muchas veces preferimos no confrontar, no evidenciar al mentiroso, no hacer olas. Sin embargo, cuando la mentira tiene implicaciones relacionadas con la justicia, con la ética pública o, como en este caso, con la violación de garantías fundamentales, es imposible callar.

La semana pasada, la señora Isabella Stanziola, que estos días dice vivir en Italia, hizo pública una carta en la que asegura que fue manipulada por un grupo grande de personas que incluye funcionarios, periodistas y abogados, para que acusara a miembros de la Administración de Ricardo Martinelli de crear un sistema ilegal de escuchas telefónicas.

Según asegura ahora la señora Stanziola, todo lo declarado al inicio de 2015 fue parte de un complot del que participó engañada. Se cuida la señora Stanziola, sin embargo, de negar la veracidad a lo que declaró.

La historia que yo viví con la señora Stanziola es muy distinta y, me temo, debo contarla.

En septiembre de 2014, la Unidad Investigativa de Telemetro, que yo dirigía, sacó al aire un reportaje en el que narraba los abusos cometidos por el exdirector de la Policía Nacional Gustavo Pérez, durante su paso por la institución, incluyendo la destitución arbitraria de un buen número de oficiales.

Tras la publicación del reportaje, recibí una llamada de la señora Stanziola -a la que no conocía-, quien me pedía que la escuchara, pues decía tener información vital relacionada con las actuaciones de Gustavo Pérez.

No voy a contar los escabrosos detalles de la historia que me relató; solo diré que alegó estar asustada por supuestas amenazas recibidas y que, tras ver mi reportaje, había decidido contar todo lo que sabía sobre la participación del exdirector de la Policía en la trama de las escuchas telefónicas.

La señora Stanziola aseguraba tener información privilegiada, dada su cercana relación con Gustavo Pérez. Me dijo que quería contribuir con la justicia.

En ese momento aún estaba al frente de la Procuraduría de la Nación Ana Belfon, designada por Ricardo Martinelli, de manera que acudir a la justicia era aún poco factible.

Teniendo en cuenta sus alegaciones sobre los supuestos peligros que le acechaban, puse al tanto a las nuevas autoridades de seguridad, que tampoco conocía, a quienes informé de la existencia de una persona que decía tener pruebas de que la Administración de Ricardo Martinelli había montado un sistema ilegal de escuchas telefónicas.

Se concertó un encuentro entre la señora Stanziola y un funcionario de seguridad del Estado. Yo me limité a llevarla al lugar del encuentro y me marché.

Un tiempo después, me llamó para consultarme sobre la posibilidad de hacer una entrevista en televisión. Nunca dijo que alguien la estaba presionando para que la hiciera; estaba incluso entusiasmada con la posibilidad.

Yo consideré que no era prudente y traté de disuadirla de que mantuviera el tema en las esferas judiciales, pero no siguió mi consejo.

Su decisión; recalco, su decisión de hacer una entrevista en televisión nos distanció y nunca más supe de ella… hasta la semana pasada.

Las sorprendentes afirmaciones de la señora Stanziola coinciden con la de otro testigo del caso de los pinchazos que parece repetir el guion, y con las declaraciones del expresidente Martinelli, quien afirmó en su última audiencia que vendrán “como cinco” retractaciones más. ¡Vaya coincidencia!

Lo cierto es que llevamos cinco meses largos, sin contar lo sucedido en Miami, viendo a los abogados del expresidente sacar de la chistera trucos sin fin para evitar el avance del proceso vinculado a la violación de la intimidad de los panameños. La carta de la señora Stanziola parece ser uno más.

Los trucos de los abogados del señor Martinelli no tienen gracia alguna; cansan y aburren. Pero a este truco, además, se le ven los flecos. Yo se los veo.

La señora Stanziola me llamó en septiembre de 2014 y me dijo que mi reportaje la había inspirado, que quería revelar todo lo que sabía sobre Gustavo Pérez y las escuchas telefónicas, para cooperar con la justicia. Sin embargo, la señora Stanziola no tenía prueba alguna de todo lo que decía saber, por lo que las nuevas autoridades del Ministerio Público descartaron su testimonio.

Recuerdo que me desilusioné al saberlo. Pensé que sería una testigo estrella.

La autora es periodista, abogada y presidenta de la Fundación Libertad Ciudadana, capítulo panameño de TI.

 


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