Hoy 6 de noviembre, al momento de publicarse este artículo, quizá no se haya confirmado qué persona ocupará la Presidencia de Estados Unidos de América desde el próximo mes de enero de 2025, estando, a su vez, la política de impuestos internacionales de Estados Unidos en un momento decisivo. La posibilidad de que Donald Trump o Kamala Harris asuma la presidencia nos lleva a reflexionar sobre cómo cada una de estas personas podría abordar el complicado mundo de la tributación internacional.
Donald Trump y su enfoque en la desregulación
Si Donald Trump regresa a la Casa Blanca, es probable que su administración continúe con la misma línea de desregulación y recortes fiscales que definieron su primer mandato.
Durante su gobierno, Trump implementó medidas como la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de 2017, que otorgó beneficios significativos a las grandes empresas y redujo la tasa del impuesto sobre la renta corporativa. Este enfoque creó un entorno más favorable para las empresas, promoviendo la repatriación de capitales y aliviando la carga fiscal sobre los ingresos generados en el extranjero.
Un regreso de Trump también podría traer consigo un enfoque más agresivo hacia los tratados fiscales internacionales, buscando renegociar aquellos que considera desfavorables para los intereses estadounidenses. Esto podría provocar un aumento en las tensiones comerciales, especialmente con países en desarrollo que han establecido sistemas impositivos atractivos para atraer inversión extranjera.
Sin embargo, su postura podría complicar el cumplimiento de normas internacionales, como las iniciativas del Grupo de los 20 (G20) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en materia de impuesto mínimo global, precios de transferencia y el proyecto denominado BEPS. La falta de colaboración para crear un sistema fiscal internacional más equitativo podría aislar a Estados Unidos en el contexto global.
Kamala Harris y un enfoque progresista
Por otro lado, si Kamala Harris es la elegida, es probable que adopte un enfoque más progresista y colaborativo respecto a la tributación internacional. Sus propuestas incluyen un aumento en la carga fiscal para las grandes corporaciones y los más adinerados, así como la implementación de medidas para combatir la evasión y elusión fiscal.
Harris ha enfatizado la importancia de frenar las prácticas de las empresas que trasladan sus ingresos a jurisdicciones de bajos impuestos, un comportamiento que afecta no solo la recaudación fiscal en Estados Unidos, sino también la equidad del sistema tributario global.
Bajo su liderazgo, es posible que Estados Unidos se alinee más con las iniciativas internacionales, apoyando esfuerzos para establecer un impuesto mínimo global que reduzca la competencia entre países y asegure que las corporaciones contribuyan justo lo que les corresponde. Esto podría mejorar la imagen de Estados Unido en el ámbito mundial y facilitar la cooperación en asuntos fiscales que actualmente están fragmentados.
Impacto en América Latina: Panamá en el marco de la normativa internacional
El futuro de la tributación internacional en Estados Unidos tendrá repercusiones significativas en América Latina. Panamá es uno de los ejemplos de economías que han atraído inversión extranjera al ofrecer regímenes fiscales atractivos y novedosos. Panamá, conocido por su sistema de renta territorial, zonas económicas especiales, un régimen de sede de empresas multinacionales de primer mundo que desde acá prestan servicios y normas migratorias atractivas, ha sido señalado injustamente, como un país donde no se contribuye con lo adecuado.
El enfoque que adopte Estados Unidos respecto a la tributación internacional podría llevar a países como Panamá y muchos otros a reformar sus políticas fiscales.
Si Trump elige una estrategia de desregulación y favorece tratamientos fiscales benévolos, esto podría intensificar la competencia fiscal que beneficiaría a dichos países a corto plazo. Sin embargo, si Harris impulsa un marco más equitativo y multilateral, forzaría a Panamá y otros países a desarrollar políticas más transparentes y alineadas con estándares internacionales para evitar sanciones y mantener su atractivo inversor.
La presión internacional para una mayor transparencia fiscal y la implementación de acuerdos multilaterales representaría un desafío considerable para estas economías, que tendrían que equilibrar la atracción de inversiones con la necesidad de cumplir con obligaciones fiscales. La forma en que estos países se adapten a las normas de tributación internacional impactará directamente en su crecimiento y estabilidad económica futura.
Reflexiones finales
El resultado de las elecciones del 5 de noviembre podría tener implicaciones profundas no solo para la política fiscal de Estados Unidos, sino también para la estructura democrática y económica global. La decisión que tome el próximo presidente sobre tributación internacional establecerá no solo la dirección de la economía estadounidense, sino también su rol en el escenario mundial.
Mientras que Trump podría acentuar una estrategia de desregulación que beneficie a las grandes corporaciones, Harris podría buscar una mayor justicia fiscal y un enfoque multilateral.
Cada alternativa conlleva riesgos y oportunidades, y es fundamental que los votantes hayan considerado estas propuestas al momento de decidir. El futuro de la tributación internacional afecta no solo la economía, sino también la cohesión y la estabilidad del mundo en un entorno cada vez más interconectado.
El autor es consultor, Country Managing Partner – EY