La reciente y sorpresiva amenaza de Donald Trump de reclamar el Canal de Panamá —a un país que ha sido un aliado estratégico de Estados Unidos—, si no se respetan “acuerdos históricos,” es extremadamente grave. Esta declaración abre la puerta a un peligroso intento de la próxima administración estadounidense de revivir, en pleno siglo XXI, la obsoleta y aberrante Doctrina Monroe.
Este comentario, anacrónico y delirante, merece un enérgico y contundente rechazo no solo por parte del gobierno panameño del presidente José Raúl Mulino —como, de hecho, ya ha sucedido—, la Asamblea Nacional y todos los sectores que se unen en la defensa de la soberanía nacional, sino también de toda América Latina. Las instancias multilaterales, como la Organización de Estados Americanos y las Naciones Unidas, deben ser los primeros espacios en los que se condene firmemente cualquier intento de retroceder hacia un colonialismo ajeno a nuestro tiempo y contexto.
Ya no es época -en pleno siglo XXI-, de resucitar fantasmas del pasado. América Latina debe ser solidaria con Panamá en la defensa de su soberanía y rechazar categóricamente cualquier intento de injerencia de este tipo.
El autor es Global Fellow, Wilson Center @zovatto55