Mi buen amigo, el bocatoreño Harley J. Mitchell, expresidente de la Corte Suprema de Justicia, privilegia nuestra amistad enviándome copias autografiadas de los múltiples libros producto de su fecunda pluma.
Revisando su libro Desafíos de la democracia en América Latina, en su página 15, encontré ,bajo el título “Instituciones del régimen democrático”, algo que es un hecho elemental y que siempre ha sido conocido por mí, además de ser tema repetitivo en mis propios escritos desde hace décadas, pero que por alguna desconocida razón me impactó sobremanera al verlo en el libro del doctor Mitchell.
Al listar en forma elemental las instituciones del régimen democrático, apuntó como número uno la “ciudadanía”. Luego siguió con el 2, el sistema electoral; 3, el partido político; 4, el sistema político; 5, la Constitución; 6, los Órganos de Estado: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, y demás.
Todos sabemos esto; el doctor Mitchell no descubrió nada nuevo, pero al ver en una página escrita que la institución número uno y más importante del régimen democrático es la ciudadanía, fue como recibir un golpe en la frente. O sea y en pocas paabras, ustedes, amigos lectores y yo, somos la institución fundamental, la base, la fundación del sistema democrático de gobierno.
¡Somos tú y yo la fuente primaria del poder democrático!
Si tenemos problemas graves en nuestro sistema democrático, no busquemos culpables; mirémosnos en el espejo y asumamos la culpa –tú y yo – . Por eso es que vengo escribiendo hace décadas del “poder ciudadano”.
Eso no es solo teoría; es una realidad comprobada.
Si los políticos que hemos llevado (tú y yo) al poder en las últimas cinco elecciones fueron todos, poco a poco, convirtiendo a nuestro sistema democrático en una cleptocracia, ¡somos nosotros (tú y yo) los responsables! Somos asimismo los únicos que podemos remediar la horrenda y peligrosa situación que vivimos.
¿Qué hacemos? La virtud del sistema democrático es que cada cinco años tenemos la posibilidad de cambiar las cosas radicalmente.
Al hablar las cosas tú y yo, salen a relucir los problemas: “es que tienen todo el dinero que se han robado”, “es que tienen la capacidad de comprar los votos con nombramientos de botellas, de favorecer con contratos, con supuestos ‘fondos semilla’ para regalar nuestros dólares, todos los buses”, etc., etc.
¡Cierto! Pero nosotros (tú y yo) hemos comprobado antes, ante situaciones iguales o peores, que con nuestro voto secreto hemos volteado la torta completamente. Recordemos: en el tiempo de la cruel dictadura de Noriega/PRD, la coalición de partidos de gobierno (Colina) tenía todo lo que tiene el PRD hoy y más, porque había miedo, terror (¿recuerdan a Billy Ford ensangrentado?). De voz en voz fuimos regando “con Colina hasta la cortina”... y el gobierno militar perdió la elección tan feo, que Noriega tuvo que anularla y fue el principio de su final.
¿Recuerdan al presidente Martinelli (quien quiso reelección con Mimito de títere y a su señora Marta como vicepresidenta para él seguir gobernando), después de un meeting de masas en toda la cinta costera, en que pareció que todo el país estaba con él? ¿Recuerdan cuando llegó al Tribunal Electoral turulato, pues no podía creer que había perdido?
No hagamos caso a los numerólogos tradicionales. La gran mayoría de nuestro pueblo ha sabido recibir los regalos, pero en secreto votar a conciencia y corregir rumbos.
En estas próximas elecciones están - todos los ladrones y los que dejaron robar– desesperadamente buscando alianzas de números de un pasado que ya no existe.
Hoy, por suerte, ¡hay opciones nuevas y limpias para una nueva Asamblea y para una nueva Presidencia!
Tranquilos. En secreto (tú y yo) los responsables, la primera institución de nuestra democracia, voltearemos la torta con fuerza y esperanza. ¡Ya veremos lo que ocurre cuando el poder ciudadano se alborota (en secreto)!

