Este año conmemoramos el vigésimo cuarto aniversario de la recuperación del Canal a Panamá. El 2023 ha sido el segundo año más seco de la historia de la Cuenca Hidrográfica del Canal, lo que ha afectado directamente el número de buques que puede transitar por la vía interoceánica. Hoy, se encuentra en sus mínimos históricos. La crisis climática seguirá agravándose. No podemos permitir que un canal, que conecta dos océanos y es vital para el comercio mundial, se seque. Es tiempo de actuar.
El Canal de Panamá requiere de suficiente agua para seguir brindando sus servicios. Pero, además, hay que ampliar sus capacidades y redefinir su rol para que sea no solo una vía de tránsito interoceánico, sino un motor de desarrollo económico y social del país.
Un reto de esta magnitud requiere de tiempo, planificación y liderazgo. El Canal tiene una de las posiciones más estratégicas del mundo; situada entre el atractivo mercado norteamericano y los mercados de América Latina, uniendo al Pacífico y al Atlántico. ¿Qué pasaría si las regiones aledañas al Canal estuvieran, también, pensadas como parte de un plan logístico y estratégico? ¿Por qué no enfocarnos en que su operación y modernización represente un valor agregado para las empresas panameñas y, por ende, en un polo de desarrollo y generación de empleos? ¿Y si lográramos que el sector industrial estuviera mejor conectado con el Canal potenciando su capacidad productiva y exportadora? Por supuesto, todo esto, con un enfoque basado en prácticas sostenibles, y con una gestión eficiente de nuestros recursos naturales.
Los panameños podemos y debemos realizar un proyecto de esta magnitud. Transformar el Canal requiere de un importante financiamiento internacional, que no es fácil de conseguir. Pero si no iniciamos este esfuerzo ahora, el costo económico y social va a ser mayor a largo plazo.
En Barbados, la primera ministra, Mia Amor Mottley, ha cuestionado que los proyectos de financiamiento mundial se han hecho a expensas de los costos climáticos. Ella ha concebido una propuesta que tiene como pilar el fomento a la “infraestructura verde”. Es decir, cumplir con el objetivo de que los proyectos de desarrollo futuro ayuden a que los países del mundo puedan pasar más fácil y rápido al uso de energías verdes y limpias. Barbados y Panamá tienen algo en común: ambos tenemos huellas de carbono negativas... Si hay esos recursos disponibles, Panamá está en condiciones de solicitarlos y utilizarlos eficiente y transparentemente. Lo que nos correspondería es presentar el proyecto adecuado.
Panamá está frente a una oportunidad histórica. La indecisión y la mala gestión nos están cobrando factura. Si no diseñamos y ejecutamos una estrategia integral, que contemple la infraestructura verde, la conservación del agua, la creación de un clúster alrededor del Canal, que lo convierta en un motor de desarrollo económico y social y, si no aprovechamos las oportunidades para el desarrollo verde, no sólo estamos desperdiciando el enorme potencial del Canal, sino que pronto veremos reducidos sus ingresos ¿Nos queremos quedar con un Canal que sólo mueva unos pocos barcos? Yo digo que no. Que debemos aspirar a un Canal que mueva a Panamá.
El autor es expresidente de la República (2004-2009) y actual candidato presidencial