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Un crimen perfecto

Un crimen perfecto
Parque Internacional la Amistad, entre Bocas del Toro y Chiriquí.

Hoy, en mi hamaca, copiándome de los representantes de corregimiento, me vino el recuerdo del descomunal alboroto que se formó hace unos años en los medios de comunicación en Chiriquí, por causa de dos jóvenes holandesas que se perdieron en un área del distrito de Boquete el 1 de abril de 2014.

Realmente el suceso implantó en la conciencia de la gente, una consternación insuperable y todo el mundo esperaba con ansiedad que las jóvenes aparecieran; pero no aparecieron. Y en realidad nunca encontraron ni los restos, porque las holandesas no desaparecieron en el lugar que los medios de comunicación alborotaron, que era un camino selvático en la parte norte de Boquete, por el sector de un lugar llamado Los Naranjos y cuyo sendero se le conoce como “El Pianista”. Dos fiscales superiores de Chiriquí participaron en las investigaciones, y todo un equipo de la policía, investigadores y expertos traídos del extranjero, incluyendo unos perros bien entrenados, pero no dieron con las muchachas.

¿Y por qué no las encontraron? Bueno, porque el Ministerio Público se dejó engatusar por un par de habilidosos que desde el principio organizaron una coartada científica que consiguió el fin deseado; además el Ministerio Público no fue serio en su actuación. Las noticias y artículos periodísticos informaban una serie de hechos contradictorios y falsos, que en su mayoría eran datos suministrados por el Ministerio Público.

Unos meses después de que el Ministerio Público dio por cerrada la investigación, me dediqué a hacer algunas investigaciones por mi cuenta y a estudiar el expediente: Nadie, absolutamente nadie, supo, en ninguna parte de Boquete, que las muchachas estuvieron en el sendero El Pianista. Todo el alboroto se concentró en ese sendero, porque un señor que se reclamaba el guía que conduciría a las jóvenes en una investigación académica que estaban haciendo, informó a los medios de comunicación en general, que las muchachas se habían perdido en el mencionado sendero. Este susodicho guía tampoco sabía adónde habían ido las jóvenes porque según su propio testimonio, él las estaba esperando en una escuelita de idiomas que está, actualmente en la entrada de la carretera que conduce al lugar llamado Palmira, como a 200 metros de la carretera que va a Boquete.

Esperando en la escuela, se percata que las muchachas no llegaron y se fue a la casa donde se hospedaban; y no las encontró porque le informaron que desde el día anterior ellas habían salido y no durmieron en la casa y, ansioso por el suceso, va y denuncia que estas se fueron al Pianista. Todo el texto de la denuncia es dudoso; pero se la creyeron.

En la investigación, la fiscalía superior cita a un señor Humberto Guerra, quien era un conductor de taxis, porque le habían dicho que se había regado la onda en todo Boquete, de que este señor llevó a las muchachas al sendero; pero el señor no pudo decir ni sí ni no. El susodicho guía informó después que no era ese el taxista, sino otro a quien apodaban “loro”; pero que este murió en un accidente en Gualaca. Este guía era un perfecto adivino; pero la fiscal superior le creía.

En mis investigaciones pude hablar por teléfono con el señor guía y me explicó algunas cosas y quedamos en que yo iría a su casa a hablar personalmente con él; pero cuando le volví a llamar, me dijo que su abogado le había aconsejado que no hablara con nadie sobre el asunto y se fue a la ciudad de Panamá. Tiempo después localicé por teléfono a la dueña de la casa donde se hospedaban las holandesas, y me dijo que ella no quería hablar sobre el asunto. Sospeché que había un gato encerrado; pero ese gato fue lo que no investigó el Ministerio Público.

El problema de deducciones que se plantea aquí es que el guía informa que las muchachas abordaron el taxi en un supermercado que se llama Ureña. ¿Cómo se enteró este guía que las muchachas abordaron un taxi? Y además las muchachas salieron el día anterior al que él las esperaba. Después vino una serie de acontecimientos asombrosos que más bien eran el resultado de la ansiedad.

Se decía que un tigre de bengala se comió a las muchachas, cosa absolutamente imposible, porque eso nunca podría ser verdad; el guía informó de una mochila encontrada en el río Culebra, un río que está a más de ocho horas caminando por el sendero, desde la entrada de este en Boquete. El guía informó que las muchachas llegaron al sendero como a 4:00 p.m., lo que significa que era imposible que estas jóvenes caminaran a plena noche por el sendero oscuro y selvático; y si lo hubieran dejado para el siguiente día, de seguro que ellas hubieran avisado a alguien o hubieran buscado un guía; por lógica natural es de deducir que ellas no se arriesgarían a introducirse en la selva peligrosa. Así que el asunto de la mochila encontrada en una piedra en el río Culebra fue otra mentira hábil que despistó gravemente al Ministerio Público.

El guía informó de unas fotos que las muchachas se tomaron en el sendero; pero si ellas se perdieron, nadie estaba con ellas y el único celular al cual se tuvo acceso, que era de una de las muchachas, la fiscal superior encargada no lo pudo desbloquear, incluso hizo un viaje a Holanda (con todos los gastos pagos, incluyendo la diversión) para ver si allá se lo desbloquearan, pero fue infructuoso. Entonces, ¿cómo o quién tomó y suministró dichas fotos? Hay una explicación en el expediente del Ministerio Público por una cámara de las muchachas; pero no dice quién tomó las fotos.

Finalmente, después de tantos desbarajustes, el Ministerio se dio por vencido y cerró la investigación porque no pudo dar ni siquiera con una pista, ni aún con los perros amaestrados que trajeron de la Scotland Yard. Todas las piezas que constan en el expediente son difíciles de asociarlas con las muchachas, incluso un hueso encontrado en una zapatilla en el famoso río Culebra, porque este era de una vaca.

El crimen quedó perfeccionado. La coartada fue exitosa. Nunca se supo a dónde fueron a parar las muchachas, a pesar de toda la información de fantasías que dio el guía. Y a pesar de que encontraron unos huesos y una pelvis que toda su explicación era un engaño perfecto que los investigadores y el Ministerio Público se las creyeron.

Definitivamente el Ministerio Público no es confiable para investigar nada. A decir verdad, por el respeto a la humanidad, el Ministerio Público debiera reabrir este caso y asignar personas sabias para que lo investiguen.

El autor es profesor y abogado.


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