La Odisea que sufre Ucrania podría entrar a las páginas de Homero sin menoscabo, aunque allí figuren los antiguos griegos liderados por Ulises, creando su inmortal leyenda.
La heroicidad de los ucranianos retrata el más puro instinto patriótico, sacrificio, resistencia a un invasor poderoso, a pesar que a sus espaldas quedan ciudades calcinadas, a su lado caen compañeros, y las vidas de sus propias familias son cercenada en calles, parques, escuelas, iglesias y hospitales.
Vale la comparación con David y Goliath, y confiar en una culminación igual, donde triunfe el bien sobre el sadismo, la codicia y la maldad.
No sólo pelean estos bravos por lo suyo, defienden los valores democráticos del mundo libre.
Desde mis primeros comentarios sobre Ucrania opiné que la intervención directa de las potencias debía ser temprana. ¿Por qué esperar que corriera la sangre de cientos de miles, el arrasamiento de bellas ciudades, una generación de ucranianos traumatizada y empobrecida?
Debe estar cerca ese momento, cuando los generales y asesores por fin decidan que llegó la hora de acabar con el ejército invasor.
¿Qué se ganó con la demora? Nunca hubo verdadero peligro que Putin lanzara bombas nucleares. Los analistas del Pentágono lo saben: Putin es ambicioso, obsesionado con reintegrar la Rusia soviética, pero no vive en otro Planeta, ni su nación quiere desaparecer.
Si la valentía ucraniana no bastara para inspirarnos, hay que ver cómo ya planean el futuro aún estando en medio de una guerra encarnizada.
Vi en un noticiero que en Ucrania se inauguró un hospital dedicado a dotar de prótesis a los héroes que perdieron piernas y brazos luchando. Se llama Hospital para Superhumanos, en vez de inválidos, o veteranos, sembrando la idea que con reemplazos semirobóticos no inspirarán lástima, pues serán más que humanos. Sus mejores ortopedas y cirujanos recorren el mundo reclutando colegas para ese hospital.
Desde nuestro Panamá me quito el sombrero ante el presidente Zelenski y sus asesores por un liderazgo tan acertado como inspirado, devolviéndonos la confianza que sigue viva, aunque esté adormecida, lo mejor de nuestra humanidad.
La autora es escritora