Un legado de orgullo y responsabilidad

Un legado de orgullo y responsabilidad
Esclusas de Cocolí en celebración de los 110 años del Canal de Panamá. 14 de agosto de 2024. Foto: Alexander Arosemena


Por nuestra naturaleza humana, el tiempo y la repetición esperada de un evento suele hacer que como sociedad dejemos de percibir su importancia en toda magnitud. Pensaba en esto el pasado 18 de diciembre, cuando tuve el honor de participar, por primera vez, en la ceremonia de entrega de los aportes del Canal de Panamá al Estado. Este acto anual no solo es significativo, sino profundamente simbólico.

Y ese simbolismo radica precisamente en su repetición: porque cada vez que el Canal de Panamá entrega sus aportes al Estado, estamos ante la confirmación de que el modelo que escogimos los panameños para administrarlo no solo funciona, sino que cada vez es mejor y sostenible en el tiempo, y un motor esencial para el desarrollo nacional.

En esta ocasión, el Canal entregó al Estado 2,470 millones de balboas correspondientes a la gestión del año fiscal 2024. Este aporte financiará programas sociales e inversiones que beneficiarán a todos los panameños, como lo ha señalado el presidente José Raúl Mulino. Sin embargo, nos corresponde a todos velar porque estos recursos se utilicen con transparencia y en beneficio del país.

En los primeros meses de mi gestión, he tenido la oportunidad de recorrer las instalaciones del Canal y observar de cerca el trabajo de sus colaboradores. Son 8,500 hombres y mujeres que, día tras día, enfrentan sol, lluvia y adversidades para garantizar la operación de esta vía interoceánica. Representarlos ante el Presidente de la República es un privilegio y una responsabilidad que asumo con gratitud.

Este año, el acto de entrega tuvo un significado especial al realizarse en una zona operativa del Canal, permitiendo al Presidente agradecer personalmente a los trabajadores por su esfuerzo. Esta decisión subraya el compromiso humano detrás de la maquinaria que sostiene al país.

Quiero destacar especialmente la resiliencia de los colaboradores del Canal, que enfrentaron una de las peores sequías en la historia climática de Panamá. He sido testigo del esfuerzo humano y financiero que permitió superar este reto, reafirmando la fortaleza de esta institución.

A lo largo de estos 25 años de administración panameña, celebrados en esta misma ocasión, hemos demostrado estar a la altura de las expectativas. El manejo de la cuenca hidrográfica, por ejemplo, ha sido un modelo de sostenibilidad, y la reciente reactivación de la cuenca oriental representa una nueva oportunidad para integrar a sus comunidades en un esquema de cuidado y protección ambiental.

El Canal no solo genera ingresos; fomenta una conexión especial entre sus trabajadores y el país. He conocido hombres y mujeres para quienes su labor en el Canal es más que un empleo: es una misión de vida. Esa misión incluye proteger el bosque, convivir en armonía con la naturaleza y promover una cultura ambiental en las comunidades cercanas, que hoy cuentan con líderes jóvenes y comprometidos con el medio ambiente.

La entrega de los aportes del Canal no es solo una ceremonia; es un momento para reflexionar. Nos invita a preguntarnos: ¿cómo mantener este legado? ¿Qué proyectos debemos impulsar? ¿Estamos administrando nuestros recursos hídricos con visión de futuro?

Estas son preguntas que debemos responder juntos. Panamá tiene la ventaja de contar con procesos transparentes que nos permiten trabajar unidos. Si somos acertados, el 2025 marcará el inicio de una nueva etapa, con el Canal generando aún más recursos y oportunidades para todos los panameños.

Que este momento de orgullo sea también uno de compromiso. Es nuestra responsabilidad sostener y fortalecer este legado para las futuras generaciones.

El autor es ministro para Asuntos del Canal y presidente de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá.


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