Panamá ha avanzado en múltiples desarrollos de leyes y políticas públicas, pero persiste la necesidad de una atención urgente y colectiva en la solución de la violencia contra la mujer, que es un desafío fundamental para nuestra sociedad.
A nivel mundial aún existe la discriminación hacia la mujer, por lo cual desencadena la violencia que no conoce fronteras geográficas, ni límites socioeconómicos. Es un mal que afecta a mujeres de todas las razas, clases sociales y edades.
En análisis, la raíz de este problema está arraigada a estereotipos de género, estructuras culturales y desigualdades que persisten aun en nuestra sociedad.
Es necesario implementar la concientización en todos los niveles. Es decir, en etapa escolar y vida adulta. Ya que la educación siempre será la herramienta más poderosa para cambiar las mentalidades y comportamientos arraigados. Esto involucra centros educativos, organizaciones civiles, medios de comunicación y organismos internacionales. Pero todo esto trabajarlo en conjunto para promover la igualdad de genero y fomentar el respeto mutuo desde temprana edad.
Sí hay leyes a favor de la mujer en este tema, que desempeña un papel crucial en este esfuerzo. Pero falta que se apliquen rigurosamente y existan medidas efectivas para prevenir y sancionar la violencia de género. La voluntad política, falta de presupuesto, falta de servicios de apoyo y seguimiento a las víctimas es necesario para que sea llevado con éxito la erradicación de violencia contra la mujer. Adicionalmente establecer herramientas accesibles como líneas telefónicas, centro de atención y la creación de una red sólida ayudará a reconstruir sus vidas.
Hay que recalcar que los hombres, como aliados y defensores, tienen un papel crucial en este proceso, porque esto no es solo responsabilidad de las mujeres, es un esfuerzo colectivo que requiere la participación activa de todos los miembros de la sociedad.
Para generar un cambio efectivo, es fundamental que la sociedad en su conjunto se involucre y asuma la responsabilidad. La eliminación de la violencia de género no solo es un indicador de progreso social, sino un imperativo moral que define nuestra humanidad.
La autora es abogada, secretaria de la Mujer del Partido Movimiento Otro Camino y candidata a diputada.