Llevamos más de dos años dedicados a debatir en el ágora global si compete y conviene ayudar a Ucrania, república independiente vecina de Rusia, a protegerse del huracán y tsunami que un buen día llegó a sus plácidas, exitosas vidas en libertad y democracia, sin provocación alguna.
Su heroico presidente Zelensky viaja por el mundo tratando de convencer a los gobiernos democráticos con recursos que les den la mano, por favor, que les den con qué defenderse de la guerra más violenta y mortífera que hemos conocido, pues el armamento durante la II Guerra Mundial fue ligero comparado con el mundo de drones, tanques resistentes a todo, misiles y aviones equipados para eliminar a la humanidad. Y como si Goliat no conociera lo que es vergüenza, también los amenaza con bañarlos en radioactividad por varias generaciones, lanzándoles una bomba nuclear.
Parece que hemos olvidado que en esta guerra no existe una sola justificación plausible, no hay un loco en el gobierno de Ucrania, no están los terroristas talibanes asentados allí, ni la ciudadanía sufre hambrunas por desgobierno, ni pedían jamás nada aparte de irse acercando más y más a las democracias occidentales, en las que veían libertad y progreso.
En un artículo que escribí cuando comenzaba la agresión a Ucrania, dije que lo mejor que podían hacer las democracias fuertes era entrar con botas en tierra en Ucrania apenas se vio que era un ataque a la democracia cuya defensa quedaba en manos de David frente a Goliat, y aniquilar desde el principio la avanzada rusa en ese país.
Que hacerlo tarde, cuando ya hubiesen muerto injusta e inútilmente cientos de miles de ucranianos, ciudades enteras arrasadas, y eso sin pensar en los miles de muertos rusos, era haber permitido un cósmico sacrificio a sabiendas de que no había fórmula que garantizara al ejército ucraniano y a sus ciudadanos un envío oportuno y suficiente cuando se necesitara para que Ucrania pudiera protegerse y empujar a los rusos de vuelta a sus tierras.
Opiné entonces, y me atrevo a mantenerme en la misma posición, que el final de esta guerra será así mismo, con la llegada de soldados de varios ejércitos de países que creen en la justicia para Ucrania, y así obligar a Putin a llegar a un arreglo decente y justo, pues la alternativa que le quedaría sería declarar una III Guerra Mundial. Y así de irracional no es. Haberlo hecho antes de que murieran tantos inocentes...
La autora es escritora.