Ahora resulta que nadie sabía de la existencia de un subsidio poselectoral, ni siquiera los mismos favorecidos (legal y democráticamente) por el mismo, dando una imagen de poco conocimiento del funcionamiento del Estado y cayendo en el “populismo adolescente” que hay que evitar a toda costa, sobre todo por los recién llegados, a los que los viejos corruptos quieren colgarles tachas morales que no son ciertas: todos ellos, como corresponde por ley, han recibido el mismo subsidio en el pasado.
Pero no se podrá donar al Oncológico. El artículo 217 del Código Electoral dice que “si algún funcionario electo declina recibir el financiamiento público poselectoral… se destinará para el uso exclusivo de investigación científica en la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”. Por desconocimiento se hacen promesas que no se pueden cumplir, que suenan bien, pero que la ley no permite.
Necesitamos pedagogía sobre el funcionamiento del Estado, lo que nos daban en Educación Cívica y que ahora no conviene, porque la información es poder y se le verían las costuras corruptas al sistema. Mejor es mantenernos en la ignorancia para que ahora, después de muchos millones en subsidios poselectorales, nos llevemos la sorpresa. Siempre lo hubo, pero no nos importa cómo funciona este sistema de leyes de autocongueo.
Esta situación ha puesto de manifiesto la maldad política de algunos que, sabiendo que siempre ha existido el subsidio, se han lanzado a acusar de neoratas a los de diputados de Vamos, y detrás de ellos las hordas de desinformados manipulables que pretenden linchar a los que, por el solo hecho de estar en la Asamblea, son el contraste que deja ver la impunidad que seguimos votando.
Pelen ojo a los “populistas adolescentes” para evitar otras sorpresas poselectorales: nada es gratis, el obrero es digno de su salario. Los que ahora vengan con la idea de trabajar y no cobrar son peligrosos: tarde o temprano, más o menos, todo hay que pagarlo, y eso es lo justo.
El autor es escritor.