Vamos/MOCA: entre el cortejo y el ideal



La coalición Vamos el 5 de mayo fue gran ganadora. Confieso que me sorprendió para bien su resultado. Hace alrededor de cinco meses, publiqué que al no correr Juan Diego Vásquez en San Miguelito, si acaso obtendrían un diputado en ese circuito. Sacaron cuatro. Y en la Asamblea Nacional, Vamos se convierte en la bancada individual más grande con 19 diputados, más un diputado adicional de libre postulación, el único que ganaría sin su aval para ser, a partir del 1 de julio, una bancada parlamentaria con un total de 20 (el doble de lo que yo pensaba).

También publiqué hace cinco meses que, para muchos, si Vásquez tuviera hoy 35 años de edad, no se lo ganaría nadie como candidato a presidente y posiblemente lo demostró. Fue casi que un llanero solitario en la Asamblea con su función crítica, fiscalizadora, analítica e inquisitiva; que dejaba hecho trizas a todo funcionario que pretendió dar explicaciones sin sustento, sin conocimiento y sin defensa a sus malogradas ideas o contradictorios argumentos, es decir, la mayoría de ellos por no decir todos. Por supuesto que hubo un Gabriel Silva y un Edison Broce que, si bien se destacaron y lo acompañaron en este bregar, le quedaron lejos. No porque no fueron buenos diputados, sino porque Vásquez es fuera de serie. Sin recursos, sin dinero y ni siquiera un movimiento político jurídicamente existente, se dio a la tarea de caminar el país, convocar a alrededor de 100 jóvenes para ganar terreno en los gobiernos locales y nos sorprendió a todos el 5 de mayo al sacar 19 diputados, 2 alcaldes y 12 representantes de corregimiento.

Pero no todo lo que brilla es oro. El país institucionalmente es un todo y ese todo implica cuidarlo, mantenerlo y recuperarlo en todos los terrenos y para hacerlo hay que desprenderse. Y ese desprendimiento implica tener una unidad monolítica con quienes comparten tus valores, tus principios y tus buenas intenciones. En el medio de las alabanzas que el país le hace a Juan Diego Vásquez, toda una celebridad en el terreno político, le faltó desprendimiento. Es decir, despojarse en beneficio de un bien común ante el concepto de que la unión hace la fuerza. Algunos considerarán esta opinión mía como una prueba de frustración, viniendo de alguien cuyo candidato a presidente llegó de segundo. Pero es que hubo de parte de Vamos mareo, ambigüedad e indeterminación para con MOCA y paso a explicar.

Ante la indecisión de Vamos de aceptar el interés de MOCA en facilitarle su papeleta a sus candidatos uninominales se hacen unos 30 acuerdos territoriales en los que Moca se despoja de sus propios candidatos y decide no postular y así, darle a Vamos un camino libre desde el terreno independiente. Acuerdos que no tuvieron ningún tipo de contraprestación, ni siquiera la posibilidad de un apoyo al candidato presidencial de Moca. Y es precisamente esto un ejemplo de desprendimiento (criticado por adversarios de MOCA y calificado como blandengue por decir lo menos), de quien ni siquiera espera un agradecimiento, como mínimo elemento de cortesía. Debo decirlo y transmitirlo porque Ricardo Lombana fue un caballero. Sin haber exigido un apoyo presidencial frente a un pacto territorial sin recibir nada a cambio, su discurso fue más como independiente, casi desde la libre postulación, que como miembro de MOCA (aquel término se escuchó más de su boca que este). Pero no solo eso. De manera continua ponía de ejemplo a Juan Diego Vásquez, como el prototipo de político decente y luchador al que debemos aspirar a ser. Al punto de que en su último discurso en la Plaza 5 de mayo, Lombana vuelve a mencionar a Vásquez como ejemplo a seguir. Los lectores se preguntarán de qué me quejo, si eso fue una decisión unitaria de Lombana, de la cual Vásquez no tiene la culpa y es cierto. Otros se irán al extremo de calificarla como una actitud desesperada en lograr con ello un aval presidencial. Nada más lejos de la verdad, porque era la alianza natural y en ese contexto se habían reunido y conversado. Y había esperanza porque hacia Lombana nunca hubo un “no” formal, manteniéndose esa puerta siempre abierta.

Pero lo anterior es historia y como tal, mi deseo es dejarla plasmada públicamente como aprendizaje, desde mi humilde perspectiva sobre este tema. Hay otras aristas que pretendía incluir, pero me detengo aquí en este momento por falta de espacio. Confiando que en la necesidad de trabajar por Panamá, tanto Vamos como MOCA, al igual que Ricardo Lombana y Juan Diego Vásquez, se alíen con otras fuerzas de similar conducta política e institucional (sobre todo hoy con la mira puesta sin vacilaciones en ganar la junta directiva de la Asamblea Nacional), que nos permitan echar adelante la rueda del Estado como panameños unidos y dirigidos hacia un mismo fin: el rescate de la patria. Rescate que, según las decisiones positivas que está tomando el presidente electo, pudiera convertir a su oposición política (Vamos y MOCA) en el cimiento que le va a facilitar la recuperación del país y la reconstrucción de la institucionalidad democrática; alejada esta del que busca salvar su pellejo desde una embajada, a través de quienes, desde el lado oscuro de la Asamblea Nacional, pretenden desoír el mensaje real transmitido el pasado 5 de mayo contra el clientelismo, el juega vivo y la corrupción desde ese órgano del Estado.

El autor es abogado y miembro de MOCA.


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