¿Cuándo fue la última vez que visitó en Centro de Visitantes de Miraflores en el Canal de Panamá? Deshonroso y humillante resulta la visita al mausoleo que ha debido ser desmantelado al momento de inaugurar las nuevas esclusas de Cocolí.
El domingo al mediodía, en compañía de una pareja de ilustres visitantes europeos, posterior a un almuerzo en el que les expuse las bondades de una de las 10 maravillas del mundo moderno, salivaban por llegar al sitio de mayor número de visitantes de Panamá.
Posterior a estacionar el automóvil y cruzar la calle para acceder al centro de visitantes ocurre el primer revés de la tarde. No una, sino las dos escaleras eléctricas estaban inservibles. Puedo entender que una, pero que las dos estén fuera de servicio, es inaceptable. En ese momento llegaba un autobús de turismo con numerosos visitantes de la tercera edad y aunque entiendo que existe la opción de acceso al edificio por la rampa de seguridad, no habiendo ningún minusválido en el grupo, allí se apearon. ¡Qué pena ver a esos viejitos extenuados y con la lengua afuera al, finalmente, acceder a la cima de la escalinata!
A la entrada, se distinguen a través del ventanal, al lado izquierdo, las descascarilladas letras: “Canal d Panam” y a la derecha una triste matita con sus ramas cuartadas y amarillentas por falta de abono y cuidado. Posterior a franquear por boletería e ingresar al edificio hicimos la línea para ver la película en el anfiteatro. Allí, en adición a que el video aparece muy obscuro, estaba obsoletísimo, haciendo referencia a la futura apertura de la expansión del canal. Segundo azote a la inteligencia del visitante.
¿Cómo es posible que a sabiendas que el proyecto de expansión se había diferido dos años, no se aprovechara para filmar un nuevo video que reflejara los vibrantes cambios que han acontecido en el Canal de Panamá?
Acto seguido pasamos a la exhibición, donde al entrar, uno de los guías nos informó que teníamos que salir y tomar el elevador al segundo piso, porque la exhibición se encontraba en remodelación (esto desde hace meses), encontrando el tercer entuerto, uno de los dos elevadores se encontraba en mantenimiento. Como muchas personas estaban esperando el arribo del único elevador disponible, procedimos a subir por las escaleras. Cabe añadir que la exhibición en el segundo piso también deberían cerrarla porque el mayor atractivo que es la cabina del capitán a bordo de la nave, cruzando las esclusas de Miraflores, también se encuentra fuera de servicio.
Alicaído por la vergüenza, guie a mis visitantes a la terraza ¡sorpresivamente vacía! Al consultar con uno de los dependientes de la tienda de fotografías, me informó que no habría tránsito de barcos sino hasta las 5:30 p.m., es decir, en casi tres horas. Un trueno anunció la súbita lluvia típica de la época y a medida que fluían fornidas gotas de agua, maldije el momento de la llegada, en pleno sol, en que se me olvidó bajar mi paraguas. Excusándome nuevamente con mis visitantes, les rogué que me esperaran a la entrada del centro para evitar un accidental desliz que hubiese puesto la cereza al pastel de una horrible experiencia. Agradecí a Dios mi certera decisión, aun más, al encontrarme con un riachuelo al borde de las escaleras, de manera que me aseguré de mojarme no solo de cabeza a pies, sino hasta dentro del calzado, cosa que también ocurrió con todos aquellos que regresaban al estacionamiento.
Una de las responsabilidades de las autoridades es la frecuente visita de los sitios bajo su tutela. ¿Me pregunto cuándo habrá sido la última vez que el administrador visitó el área? ¿Y el ministro de Turismo? ¿Y el mismo presidente? Al preguntarnos ¿por qué los hoteles experimentan una paupérrima ocupación?, lo primero que debemos hacer es convertirnos en actores activos y frecuentar las experiencias de nuestros visitantes, en vez, de inflar las cifras oficiales del número de turistas. No existe apología, nos hace falta mucho amor y atención a los detalles para lograr éxito en el turismo.
Lo vivido en Miraflores demuestra la ignominia de los que deben liderar, con el ejemplo, y la falta total de una estrategia de un turismo sostenible en la mayor estrella del turismo nacional que se manifiesta en la podredumbre de todos los otros sitios.
Urge una división de turismo en la Autoridad del Canal de Panamá, que vele por la enorme oportunidad y por la imagen que se llevan del país y del Canal aquellos que nos honran con sus visitas.
