Consecuente con la solicitud que un grupo de universitarios le hiciera al presidente Juan Carlos Varela durante la sesión solemne del 5 de noviembre de 2105, celebrada en el salón Pedro Prestán, para que visitara el primer centro de estudios superiores en Colón, y acorde con las gestiones para ese propósito realizadas por el rector de la Universidad de Panamá, Eduardo Flores Castro, el mandatario puso sus pies en el Centro Regional Universitario de Colón (CRUC), este 1 de febrero.
Ese gesto marcó un importante momento histórico, porque jamás un presidente había visitado la histórica institución en Colón, cuyos edificios eran parte de los bienes estadounidenses en tiempos de su presencia en Panamá. Fue, precisamente, la universidad, con ese centro regional, la primera institución nacional que ocupó los bienes revertidos (sector atlántico).
La visita presidencial fue sin estridencia y sorpresiva, lo que permitió mirar sin ningún maquillaje la dura realidad de este centro educativo, cuya sagrada misión es formar a profesionales en esa provincia. Las políticas desarrolladas por las administraciones regionales universitarias dieron al traste con la posibilidad de desarrollo institucional. Los últimos cinco años de gestión –tal vez lo más atrasados– no permitieron avanzar al CRUC, eso sin dejar de reconocer que sí hubo aportes de la administración central de la Universidad de Panamá, pero muy mal administrados en Colón. La desidia, politiquería y corta visión de desarrollo no le permitió avanzar lo suficiente. Ahora, al proyecto renovador universitario que lidera el rector Eduardo Flores Castro, le corresponde reivindicar lo que costó mucho: tener un centro universitario regional.
El presidente Varela hizo promesas. Habló de la inversión de 15 millones de dólares, principalmente, en las áreas referidas a las infraestructuras físicas. Si esto se cumple fielmente, dejaría al CRUC en condiciones óptimas para el trabajo académico. Los edificios de madera datan del año 1929, y los de cemento ya reflejan el peso del tiempo, al igual que la piscina, inservible y abandonada, por muchas administraciones.
Los esfuerzos del rector Flores Castro y de la actual administración del CRUC elevan la aspiración del hombre de este lugar del país, porque al margen de las preferencias políticas e ideológicas, se ha logrado una simbiosis con el poder político, para hacer lo propio en favor de la universidad regional de Colón. Eso es un claro ejemplo de que es posible el entendimiento entre partes que pudieran haber tenido posiciones disímiles, siempre que sea en beneficio de la sociedad y, principalmente, de la educación.
El plan presidencial está diseñado en tres fases: la primera referida a pintura de edificios, adecuación de baños, de áreas verdes y de techos; la segunda se hará con fondos de cooperación internacional para el arreglo de la piscina y la construcción del edificio de la Facultad de Humanidades, y una tercera, que pudiera demorar dos años, debe atender la construcción de nuevos edificios y la demolición de otros. Esto abre un abanico de esperanza para la educación superior en Colón.
