Estamos viviendo un periodo presidencial inoperante, falto de presencia y decisión del presidente de la República, aun cuando tenemos un sistema presidencialista.
Quienes somos demócratas de profundas convicciones tenemos la obligación de conservar la institucionalidad democrática contra viento y marea, a pesar de un gobierno en que el presidente, en la práctica, ha delegado su función de gobernante a un grupo de ministros ineptos y (para decirlo con elegancia) sin parámetros firmes de honradez ni ética.
Así las cosas, el país anda como la procesión en cámara lenta: un paso pa’ lante y dos pa’ atrás. Emitiendo decretos que con excepción de la baja en el precio de la gasolina (en que los sin carros favorecen a los con carros: justicia social al revés), los demás han producido revolcones sin lograr nada de lo pretendido, sino todo lo contrario. Por ejemplo: el 30% de medicamentos que apabulló a las pequeñas farmacias y mantuvo el oligopolio. Los pacientes ahora afrontan el “no hay”, también en la privada. La ineptitud es crasa. ¡No hacen nada bien! Son unos ineptos integrales.
¿Qué hacer?
Toda la población debe hacerse eco del título de este artículo. Hace falta borrar de nuestro cerebro las “soluciones” que realmente significan el statu quo, o sea, “más de lo mismo”.
El sistema democrático está en crisis en todo el mundo , incluso en la “estrella universal del sistema democrático”, ¡Estados Unidos de América! La contraparte a la democracia liberal, en vez de resolver, es un fracaso aún peor (Venezuela, Cuba y Nicaragua) . Estos países nacieron con una trampa al llamarse “socialistas”, pues de socialistas no tienen ni un pelo; son dictaduras crueles. Sus “líderes” no tienen nada que ofrecer. ¡Ni una sola idea! Eso lo entiende clarito nuestro pueblo al desecharlos con la mitad del 1% de votos en dos elecciones seguidas.
Los demás -o sea, el 99.5% de los panameños - tenemos que producir el “vital radicalismo racional” que convierta la teoría de la libertad y democracia en realidad para nuestro pueblo.
Los problemas los conocemos ; los diagnósticos sobran, y tenemos los consensos nacionales a la mano.
Lo que falta es una sola cosa: que dentro de dos años tengamos a un gobierno que no sea de los cleptócratas de cualquiera de los partidos tradicionales que han ejercido el gobierno en los últimos 20 años y que ese gobierno elegido de entre independientes se atreva a romper con el “más de lo mismo” en lo básico.
1) La radical reforma del Idaan, convirtiéndolo en corporación del Estado, con derecho a establecer tarifas diferenciadas y cobro con cortes y profesionalización del personal, libre de botellas . Objetivo: que no exista en una sola casa falta de agua ningún día del mes.
2) Educación: dedicar 100% de las utilidades del Canal a la educación, a través de una nueva institución representativa de ejecución eficaz. Objetivo: calidad educativa al estilo Finlandia y, en 10 años, la primera en Latinoamérica.
3) Incentivos a las empresas participativas en que el 100% de los empleados tenga una participación en las utilidades bajando los impuestos a ellos... y a la empresa.
4) Fondo Soberano con 100% (pagos de industrias extractivas, con nombres y cédulas de todo panameño). Objetivo: $50,000 para cada panameño. Eliminación de la pobreza en nuestro país.
5) Seguridad social y salud. Administración de jubilaciones: se requiere una sola organización pequeña de profesionales. Salud – unificación de CSS y Minsa. Objetivo: un mejor sistema de salud de América Latina.
6) Seguridad personal. Volver a policías de barrio que conozcan a los ciudadanos bajo su responsablidad de seguridad. Evaluación de la labor policial: tiempo-respuesta a una llamada ciudadana.
7) Salario mínimo: cubrir déficit real de costo de vida por hogar.
El asunto no es otro “programa de gobierno” que termina como folleto de biblioteca. El tema es que, en el primer año de gobierno, se resuelvan tres o cuatro problemas fundamentales que se resolverán con decisiones radicales y racionales, pagando sin miedo el supuesto “costo político” paralizante.
El autor es presidente fundador del diario La Prensa
